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EL MUNDO MIRA A CHILE
A 70 kilómetros al sur de Iquique existe un sitio prioritario para conservar la biodiversidad. Un oasis de niebla que constituye un bien nacional protegido y en el que se desarrolla la investigación científica, la protección de los ecosistemas y la educación ambiental. ¿Por qué un oasis de niebla se convierte en un bien nacional? La historia tiene que ver con la magia de la naturaleza, el cruce de disciplinas y una pregunta fundamental: ¿Cómo obtener agua en el desierto?
Resolver ese dilema fue uno de los motores de Carlos Espinosa, licenciado en Pedagogía en Física y Matemáticas de la Universidad de Chile y amante del desierto. Espinosa vivió toda una vida luchando por brindar agua donde escaseaba, buscando en la camanchaca atrapar sus acumulaciones. A mediados de la década de los cincuenta creó y probó los primeros artefactos para lograrlo, los que tuvieron formas curiosas e inestables, en el origen de lo que hoy conocemos como sistemas de atrapanieblas.
Unos años más tarde, en Cerro Moreno, oasis de niebla del Desierto de Atacama, el eco-antropólogo Horacio Larraín hizo una exploración donde pudo observar a familias de guanacos lamiéndose unos a otros en su pelaje, estaban bebiendo agua. Diseñó entonces postes con una cortina de malla raschel que pudiera captar o atrapar gotas de agua de la neblina, un verdadero laboratorio para cosechar agua. Lo hizo con el apoyo de alumnos y de la geógrafa Pilar Cereceda.
Actualmente, en Alto Patache se encuentra la Estación Atacama UC – Alto Patache, la cual realiza investigación en ciencia y tecnología para el conocimiento y desarrollo integral de las zonas áridas y semiáridas del norte del país en las áreas de energía; agua; biodiversidad; diseño, arquitectura y paisaje; y paleoambiente.
Fundación Palabra conversó con el director de esta estación, Pablo Osses, Magíster en Economía Agraria UC, académico y jefe de proyectos del Instituto de Geografía UC.
Pablo, ¿qué nos enseña la niebla?
La niebla es una nube y la única diferencia que tiene es que está en contacto con el suelo.
Está compuesta de vapor de agua, en ese sentido, la niebla habla de la presencia del agua, habla de clima y de futuro. Estudiamos bastante el comportamiento de la niebla como indicador de tendencia climática.
La tendencia que podemos observar en otros lados es que la niebla se hace más delgada. En Chile no estamos viendo eso, sino más bien vemos que se mantiene igual e incluso que se intensifica.
En Chile el estudio de la niebla ha sido interdisciplinario. ¿Dónde, cuándo, cómo? Carlos Espinoza desde la física nos dijo que el agua de la niebla se puede sacar. Luego Horacio Larraín, eco antropólogo, dijo, si hay maneras de tener agua en el desierto, los antiguos ya lo descubrieron. Pilar Cereceda, geógrafa, estudió el dónde. Hoy hemos incorporado tecnología y estamos cerca de establecer cuánto podemos obtener.
Y, ¿cuánto se obtiene de atrapar niebla?
Para hacerlo sencillo, un atrapaniebla de 4 metros de alto atrapa aproximadamente 200 a 300 litros por día. En Chile el consumo varía, entre 75 a 100 litros por día en zonas urbanas de sectores áridos, hasta los 300 a 500 litros diarios que se pueden consumir en zonas urbanas acomodadas.
Hoy estamos trabajando en afinar la certeza predictiva y establecer el mapa de disponibilidad de niebla. Gracias a Camilo del Río, investigador del centro, se establecieron estaciones entre Arica y Valparaíso para mejorar el entendimiento de la climatología y la meteorología de niebla, así como la interacción de la niebla con el ecosistema. Permite analizar el comportamiento climático.
Tenemos asociaciones de trabajo también con otros lugares que tienen condiciones similares, como Namibia y California.
La naturaleza enseña…
En el desierto de Namibia hay un insecto, por ejemplo, un escarabajo que adaptó su forma para obtener agua. Este escarabajo es capaz de sobrevivir recogiendo agua de las nieblas en su caparazón.
En Canarias, otro ejemplo, el árbol Garoé es considerado sagrado porque absorbe agua de la niebla y la deja caer en gotas, las que pueden ser recolectadas por humanos y animales para su supervivencia.
Regálanos una palabra.
Esperanza. Porque construye desde el presente y mira hacia el futuro.
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Periodista y Magíster en Estudios de Desarrollo. Más de 15 años
de experiencia movilizando proyectos de desarrollo sostenible, ideas y contenidos.
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