EL MUNDO MIRA

CHILE

Conversación con Felipe Munita:

Yo, mediador(a) una invitación a la reflexión sobre contextos, formación e interrelación

Paula Campos C.

La lectura es un encuentro a tres bandas: entre el lector y el texto, entre el lector y otros lectores, y entre el texto y otros textos.

Esta es una de las ideas trabajadas por Felipe Munita, doctor en Didáctica de la Lengua y la Literatura en su nueva publicación: Yo, mediador(a) Mediación y formación de lectores de editorial Octaedro

Entonces, ¿cuál es el rol de los mediadores, principalmente los que están dentro de la escuela? Para el investigador este tiene que ver con:

“acompañar el avance de los alumnos como lectores, pensar en los complejos mecanismos que hay detrás de un buen texto, y en los procedimientos mediante los cuales una obra capta la atención del lector, lo sumerge en un universo ficcional y lo ‘pasea’ por un amplio abanico de convenciones literarias”.

Esta reflexión, tomada del libro, ha sido destacada por la especialista Ana Garralón en su blog Anatarambana.

En conversación con Fundación Palabra, Felipe Munita profundizó en su publicación, su propuesta y cuáles son los objetivos detrás de esta investigación. 

 

¿Cuál es la génesis de este libro?

Surge después de diez años de trabajo, de investigación en torno al concepto de qué es un mediador de lectura. Es una especie de suma, síntesis de mucho trabajo, reflexiones y participación en experiencias de mediación. Entonces, a partir de esto, me interesó poder aportar ala discusión acerca de qué entendemos cuando hablamos de mediación de lectura, de la figura del mediador (algo de lo que todo hablamos, pero de lo cual existen muy pocos trabajos).

Este es un libro que se estructura en tres partes, que funcionan como contenidos para visualizar la trama del libro. Una primera, en la elaboración conceptual. Intenta aportar desde lo teórico, vinculado con la noción de mediación lectora, tanto en el ámbito social y sus proyectos de formación extra educativo, como en lo concreto en la educación lectora y literaria en contexto escolar. Profundizo en raíces teóricas que están a la base en estos dos grandes ámbitos. Es una parte más sesuda, siempre intentando escribir de forma amable, con tono de divulgación, un libro surgido desde las reflexiones, sin perder espesor teórico. 

La segunda parte es sobre la práctica de la mediación. Es un apartado construido de forma coral, a partir de múltiples experiencias de mediadores y mediadoras del ámbito nacional e internacional. Se busca hacer una reflexión arraigada en experiencias concretas de mediación de lectura, para preguntar ¿qué objetivos socioeducativos están detrás de esas prácticas? ¿Cómo esas prácticas intentan responder a esos propósitos? ¿Cómo diversos mediadores han intentado resolver los obstáculos generados en sus contextos de trabajo? Este capítulo no es una receta, sino un apartado concebido desde cómo a partir de experiencias muy concretas de mediación, podemos reflexionar en torno a lo sucedido y a cómo, especialmente, se interrelacionan los objetivos y las prácticas. 

La tercera y última parte, levanta la cabeza hacia los contextos de formación y actuación de un mediador y mediadora de lectura. ¿Cómo debiera ser la formación de un mediador? Este es un concepto en construcción, entonces se pregunta por los contenidos, los dispositivos incluidos en la formación de este reciente actor social. Por otro lado, el capítulo termina con una reflexión que piensa a la escuela como un ecosistema mediador, pensando la mediación para crear medioambientes favorables para la lectura de niños, niñas y jóvenes.

Pensando en el contexto social y educacional que trabajas en la primera parte del libro, ¿existen puentes entre estos dos mundos?

Hay algunas experiencias citadas en el libro que han sido desarrolladas como puentes tendidos desde el ámbito escolar hacia otros espacios de lectura extraescolares. Un ejemplo de ello es un Centro Cultural de la Universidad Católica de Perú que hace puentes llevando a estudiantes de colegio a exposiciones sobre literatura nacional peruana y acompañando esa visita mediante instancias de mediación que luego continúan en el aula. Este es un bonito ejemplo para pensar, desde la continuidad, lo escolar, extraescolar, literario o la mediación literaria en la escuela con las de fuera de este espacio. Como esto, en el sur de Chile, hay otras experiencias también que apuntan a esos vasos comunicantes para la mediación en la escuela y fuera de ellas. 

¿Cuándo hablamos de la identidad profesional de un mediador, de qué depende esta?

Por una parte, existen atributos comunes de cualquier mediador de lectura que funcionan en los más diversos contextos. Por ejemplo, el interés por acompañar procesos de lectura, derribar barreras biográficas, sociales o económicas, que le han impedido a un sujeto sentirse invitado a la cultura escrita. En los países de nuestro entorno, para muchas personas entrar a una biblioteca, aunque sea gratuita, es impensado porque está la idea simbólica de que “no es para mí”. Entonces, los mediadores queremos construir puentes de invitación a disfrutar de este universo.

Felipe Munita

Sin embargo, también es importante señalar que los diferentes objetivos y contextos por los que nos movemos los mediadores de lectura son súper diversos, por eso, estos atributos van cambiando. Hay que considerar que no podemos seguir hablando del mediador de lectura como una figura única e igual, sino pensar en la especificidad del mediador en cada uno de los contextos a los que se enfrenta. Creo que este libro colabora en pensar en esta diversidad, sobre todo la especificidad en el ámbito educativo. 

¿Por qué es tan importante la formación de un mediador o mediadora ?

La clave pasa por la formación profesional del actor llamado mediador de lectura. Un mediador sin formación va a ser fácil que se detenga solo en el tema del libro, cuando sabemos que en el sistema de literatura infantil y juvenil contemporánea, así como en el sistema literario en general, hay excelentes libros sobre la muerte, familias diversas, sexualidad, etc. Hay muchos libros excelentes y muchos muy pobres desde una perspectiva literaria. Por eso, para mí, es importante que un mediador haya construido unos lentes con los cuales mirar y diferenciar entre aquellas obras que son panfletos o aquellas que trabajan desde una perspectiva literaria, estética para abordar estos mismos temas. 

La reflexión sobre la práctica de la mediación también es importante, porque finalmente la formación y reflexión son lo que lo diferencia de cualquier adulto que pueda decir algo sobre los libros. A cualquier adulto no le puedo pedir una opinión potente entre un libro pobrísimo y otro muy interesante estético literariamente. En cambio, a un mediador deberíamos exigirle eso. Que sea capaz de ver esas diferencias. 

¿Cuál es tu opinión sobre la formación de los mediadores en Chile y el continente?

Hace quince años no existía formación institucionalizada en Chile. Hoy hay una serie de diplomados que son un espacio muy potente para quienes quieren seguir profundizando en el área. Las posibilidades de formación, entonces, han cambiado. 

En Latinoamérica es más desigual. Hay países con tradición como Colombia o Argentina. Mientras otros no han logrado generar políticas públicas o planes nacionales de lecturas validados por la sociedad civil. Yo veo que a nivel continental hay un panorama desigual, todavía. 

¿Cuáles son los otros temas que hoy se conversan en torno a la LIJ?

En grupo Gretel de la Universidad Autónoma de Barcelona estamos desarrollando un proyecto de investigación que se pregunta por prácticas de literacidad crítica. Entonces, estamos conversando sobre el concepto mismo de literatura digital, ficciones digitales. ¿Cómo el profesorado de educación media piensa en dispositivos de acompañamiento para la lectura de ficción digital en las aulas? Porque nadie sabe muy bien qué hacer, por ejemplo, con los videojuegos u otras producciones que tienen la hibridez de lenguajes.

El proyecto consiste en pensar en estos dispositivos de acompañamiento y luego ver qué sucede cuando se introducen las obras. Uno de los supuestos que está a la base es pensar que así como los buenos libros para niños y niñas enseñan a leer a sus lectores, estas obras pueden traer consigo ciertas maneras de presentar las convenciones literarias, incluso de sobrepasarlas. Se esperaría que las obras más interesantes de ficción digital hagan lo mismo con convenciones ficcionadas. Por lo tanto, el supuesto es que el acompañamiento de esas obras en las aulas podría promover habilidades de lecturas más profundas que si no fuesen acompañadas.

¿Qué palabra nos regalas?

Naturaleza, porque en este momento estoy mirando correr la lluvia por mi ventana y pienso en la belleza que eso trae a mi vida en este momento. 

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Paula Campos C., periodista y diplomada en Periodismo Digital y Políticas Culturales desde el Territorio, es colaboradora de Fundación Palabra.

Puedes conocer más del trabajo de Felipe Munita aquí.

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