EL MUNDO MIRA A

CHILE

Conversación con Luisa Rivera

Entre Chile y Londres

Valentina Rivera

Desde Londres, la ciudad en la que actualmente reside, la ilustradora chilena Luisa Rivera se conecta a las 10 de la mañana para conversar conmigo. Allá, por supuesto, son 5 horas más tarde, y mientras intentábamos concretar la entrevista, Luisa rápidamente me envió la conversión horaria. Muy probablemente esas diferencias de horas las tiene ya bien incorporadas, pues desde hace 9 años que vive fuera del país. Luego de haber estudiado Arte en Chile, se fue a Minneapolis a realizar un Magíster en Bellas Artes y posteriormente a Inglaterra, desde donde ha expandido su carrera aunque siempre muy conectada con sus raíces latinoamericanas. De hecho, una buena porción de nuestra conversación se centra en cómo esa identidad ha permeado su obra y cómo le ha permitido configurar un lenguaje visual propio que, a la fecha, le ha valido variados reconocimientos. En esta conversación profundizamos en su trayectoria, su visión sobre el arte y reflexionamos sobre los procesos creativos necesarios para imaginar nuevas maneras de comunicar.

Luisa Rivera

La ilustración como oficio y lenguaje vivo

Primero estudiaste arte y te especializaste en ello, sin embargo usualmente se te cataloga como artista y también ilustradora. Se piensa que en Chile la ilustración no tiene un lugar tan importante desde la educación formal. ¿Fue así tu experiencia? ¿Cómo llegas al camino de la ilustración desde tus estudios en arte?

Yo siento que no estoy ni en uno ni en lo otro, sino  en los dos al mismo tiempo. Estudié arte porque siempre me gustó la pintura, era con lo que yo más conectaba al inicio. 

La escuela de arte en donde estudié era súper conceptual,muy desde el arte contemporáneo y había cosas que me hacían sentido y otras que no. En ese minuto mi interés estaba mucho más conectado con las narrativas, con la figuración y eran cosas que en ese minuto  la escuela trataba de sacar porque lo encontraban quizás  muy ilustrativo. Creo que mi forma de revelarme un poco frente a eso fue ir hacia la ilustración, pero en paralelo nunca he dejado mi trabajo de pintura. Para mí son dos áreas que se informan más que separarse, pero en cada una me revelo de la otra. Por un lado de las artes me rebelo de un contenido que es hermético y especializado, y de la ilustración me rebelo de la parte que tiene que ver con tratar con clientes. Creo que mi práctica es estar en la mitad.

Es interesante el ejercicio de verse a una misma sin esas etiquetas, quién soy, cómo me comporto, cómo me muestro ante el mundo y cómo permito que me evalúen sin esas etiquetas.

Sí, y quizás la pandemia me dio esa alternativa también como de poder pensar u observarme un poco más y me doy cuenta de lo pesadas que son las etiquetas también. Es esa sensación de ‘‘ya, yo soy ilustradora y entonces soy ilustradora’’, pero si sólo digo eso, no puedo ser pintora. Entonces digo ‘‘ok, voy a ser artista visual’’, y todo el rato se trata de encontrar una definición a través de etiquetas cuando todo debería ser un poco más fluido. Una vez que digo que no soy sólo ilustradora sino que también soy todas estas otras cosas, se empiezan a abrir caminos.

¿Es Londres un buen lugar para entenderse sin esas etiquetas? Pienso que al ser un lugar con tantos estímulos, multiculturalidad y sincretismo, puede también ser una buena ciudad para comprender cómo las sinergías ocurren o pueden ocurrir.

Totalmente. Se siente como que todos somos anónimos pero al mismo tiempo cada uno tiene una identidad muy clara, ese tejido de cosas que están ocurriendo al mismo tiempo. En Chile como que a la gente le gustan mucho las etiquetas. Tienes por ejemplo la etiqueta de lo que estudiaste y acá la gente estudia algo y lo más probable es que te vayas por un lado que como que tu título no tenga nada que ver, y a nadie le importa. Entonces nadie puede asumir nada del otro y eso es muy bonito porque permite que todo sea más expansivo y eso ha nutrido mucho mi trabajo.

Observando entonces la escena de la ilustración en Chile, ¿algún desafío?

Yo creo que en Chile la ilustración se da muy bien, hay artistas increíbles y siento que es una industria que está muy desarrollada respecto de otros lugares. Creo que tal vez la validación del mundo que está afuera es lo que importa en este minuto en Chile y lo menciono por el lado de las condiciones de trabajo. Me gustaría que exista más educación sobre lo que implica la ilustración; aprender sobre las licencias, uso de imagen, contratos, toda la parte de profesionalizar ese contexto. Como la ilustración muchas veces pasa a ser un híbrido, también es fácil que las estructuras no estén presentes, eso supone entender la industria pero con toda la forma que eso implica, y no sólo en Chile sino que en distintos lados. 

Y en ese sentido, ¿has tenido una experiencia significativa en Londres?

Sí de todas maneras. De partida acá existe la asociación de ilustradores que es como un gremio que existe para ayudar en las condiciones de los ilustradores, no solamente a profesionalizar, ayudar a los ilustradores a trabajar contrato, condiciones, y cosas bastante puntuales. También hacen talleres que tienen que ver con entender mejor la práctica, qué es lo que implica hacer un contrato, por qué es importante hacer una licencia. También, si tienes cualquier problema con un cliente tú puedes ir a la asociación y ellos te pueden respaldar. 

Chile y Latinoamérica entre medio de la obra

En Fundación Palabra y BILIJ estuvimos en el mes de la ilustración, entonces las recomendaciones que hicimos y la estantería temática fueron sobre ilustración. Haciendo esa selección recordamos lo mucho que hay y se produce. Centrándonos más en lo latinoamericano y tú estando más lejos ¿cómo sientes que lo latinoamericano alimenta tu obra? ¿O qué rol juega el venir desde este lugar y habiendo vivido la experiencia artística en Chile?

Para mí es súper importante. Mucha gente me ha dicho que se nota como un estilo medio latinoamericano en el trabajo. Me pregunto qué es primero, que la gente sabe que yo vengo de Chile y que se ve eso, o al revés. Pero efectivamente hay algo, fui influenciada por haber crecido en Chile y también por la literatura y el folclore de latinoamérica. Son dos cosas que están constantemente alimentándome y por eso yo creo que en mis trabajos aparece. 

Bueno, no por nada ilustraste obras de Gabriel García Márquez, obras súper canónicas y reconocidas. ¿Tú crees que ese estilo fue lo que llamó la atención de las editoriales?

Sí, esto fue de España y yo sé que en ese proyecto habían como finalistas y éramos tres. Creo que eligieron mi trabajo porque no solamente era una forma de representar la naturaleza sino representar esa identidad latinoamericana con un estilo que tenga que ver con eso. Nora, la directora de arte, también quería que la representación de Macondo fuese una cosa súper clave y la forma en que yo represento esos espacios también tiene un estilo bastante latinoamericano en comparación con las otras personas. Nora ya había visto mi trabajo, sabía cómo yo enfrento los colores. Para mí tenía que ver con una paleta que era extraña, como con golpes de luz, porque en general es bastante oscura, pero hay cosas que están súper iluminadas y no tiene mucho sentido que estén iluminadas. También con el cambio de escala, por ejemplo, que una planta puede ser super grande y otra como más chica, entonces esa es la forma que yo interpreté que el realismo mágico se podía retratar. 

Mujeres: referentes y protagonistas

Tienes algunos referentes, ya sea contemporáneos o pasados? Intuyo algunos, como Violeta Parra, que siento que aparece en tu obra…

Para mí los referentes no son referentes que necesariamente aparecen visualmente, sino trabajos que hacen sentido para uno, y efectivamente Violeta Parra para mí es muy importante porque a mí me inspira mucho lo que hace. Tenía una forma de ver la práctica artística como algo súper expansivo. Podía hacer las arpilleras pero podría estar también haciendo pinturas,  música, poesía o escultura. Es la misma admiración y respeto que tengo por el trabajo de la Cecilia Vicuña, que también es alguien que puede ponerse a pintar pero también hacer una instalación textil, poesía y música. Hay una artista que ya falleció que Luchita Hurtado. Ella fue una artista venezolana, era pintora pero tenía un trabajo que fue muy expansivo y que recorrió distintos estilos.  Entonces, más que tener referentes que vayan desde el lado estilístico, para mí son referentes – en general muchas mujeres-, que tienen la capacidad de crecer en distintas ramas desde su creatividad. Por supuesto que hay muchos más, como el artista Peter Doig o Henri Matisse.

Quiero detenerme en el hecho que hayas mencionado a varias mujeres porque en tu trabajo hay también mucha presencia femenina. ¿Es esto intencional? ¿Qué tipo de feminidad o ‘‘ser mujer’’ es el que te interesa  explorar en tu trabajo?

Cuando yo empecé con la parte de pintura surgió muy orgánicamente, era algo que aparecía en el trabajo y una vez que fui más consciente de ello obviamente le di forma y le di un espacio como de reflexión. Parte desde mi propia experiencia con el cuerpo siendo mujer en este mundo, creo que es clave para mí cómo vivo el mundo, desde el ser mujer. Entonces, tiene mucha lógica que los personajes que surgen en mis pinturas sean mujeres también. También he entendido que  tengo un compromiso con la lucha feminista por ejemplo lo he hecho a través de todo mi trabajo. También me permite hablar desde problemáticas de la mujer y cómo la mujer se enfrenta al espacio natural, a ese espacio como más interno, más  pasa a ser este espacio que también me permite hablar desde el ser mujer ya como más expansivamente. 

En tu libro En Aquel Faro, que es un libroálbum sin palabras, está la presencia de la mujer y también lo intergeneracional, que me parece significativo. Ese libro ganó una Medalla Colibrí y circula dentro del espacio LIJ. ¿Lo pensaste como un libro para infancias?

Lo que me pasa con los libros es que tienen que funcionar para un niño o una niña como para un adulto. Aunque nosotros seamos adultos ahora, todos tenemos también algo que te resuena y que te haga sentido desde esa adultez, es como encontrar las zonas grises. Para mí ese libro tenía sentido porque habla desde el oficio, desde la cosa intergeneracional, el legado entre mujeres, pero también te está hablando de la muerte porque sabe que es un ciclo de vida. Hablar de eso es un tema que es difícil de explicarle a los más chicos pero tampoco es necesariamente más fácil para los adultos. Otra cosa que pasa es que los adultos entienden como la idea general pero los niños si no ven la lógica de cada página y en relación a la página anterior, son las personas que van a notar esa incongruencia, entonces ellos juegan un poco más con la idea del libro. 

Imagen de Aquel Faro, libroálbum silente de Luisa Rivera

Yo a veces intento hacer ese ejercicio de leer como una niña chica, pero es difícil, me rindo porque ya soy ‘‘adulta’’.

Claro, hay una cosa irreversible. Yo me acuerdo exactamente el momento en que hubo como una interferencia mientras jugaba, era como un pequeño ruido y que empezaba a desaparecer. De repente yo podía entrar y después un poco menos, y luego ya no podía entrar y jugar. Creo que el arte me permite conectar con esa parte, aunque sean mis pinturas y mi pintura personal, yo igual siento que entro un poco a ese mundo.

Proyecciones

¿Qué temas te gustaría seguir desarrollando?

Son dos cosas. Me encanta el tema del medioambiente. Si tuviera que ilustrar un libro sería un tema muy bonito, quizás menos científico, menos concreto que las ilustraciones que hago para medios medioambientales, quizás algo un poco más volá o como que tengan que ver con un trasfondo. Y me gustaría trabajar con más artistas mujeres, desde la literatura. Casi todos los libros que he ilustrado son de autores hombres (Quiroga, Márquez, Neruda, Rubén Darío), entonces qué ganas de poder hacer cosas con más escritoras mujeres.

Finalmente, ¿qué palabra nos regalarías?

Serendipia. Me gusta porque tiene que ver con estos como hallazgos de cosas que uno no está buscando y para mí eso es la creatividad.

Las imágenes del trabajo de Luisa Rivera fueron tomadas de su sitio web oficial. Puedes explorar más de su obra en https://www.luisarivera.cl/ 

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Valentina Rivera B.

Licenciada en Letras Inglesas, Profesora de Inglés, y Máster en Children’s Literature and Literacies, es colaboradora de Fundación Palabra.

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