EL MUNDO EXPLORA A

Latinoamérica

Conversación con Roger Mello

Entre la realidad y la ficción

Durante el mes de abril de 2021, en que celebramos al libro y la lectura, IBBY dió a conocer el mensaje que Margarita Engle dirige a los niños y niñas de todo el mundo. Conocimos también el póster ilustrado por Roger Mello que, inspirado en el mensaje “La música de las palabras”, nos acompañará durante el año.

Ganador del premio Hans Christian Andersen en 2014, fue el primer artista latinoamericano en recibirlo en la categoría de ilustración.

De manera virtual, y con la distancia que separa a Chile y Brasil entre medio, el ilustrador Roger Mello conversó con Fundación Palabra sobre la ficción latinoamericana, su propio arte, y la necesidad de crear.

Entre realidad y ficción

Has dicho anteriormente que consideras que la realidad y la ficción son lo mismo, que dicha distinción no existe. Me recuerda a lo que escribió Vargas Llosa en La Verdad de las Mentiras, pareciera ser que la ficción se hace estrictamente necesaria porque allí están contenidas las verdades. ¿Cómo concibes tú ese juego?

Lo que pasa es que muchas veces la ficción es más normal y la realidad es más ficcional. A mí me tomó mucho tiempo percibir que me gustaba la palabra y la imagen, y que para mí  son lo mismo. Yo he elegido trabajar con ilustración y el elemento verbal porque es una manera de estar conectado con la ficción.

Me obsesiona el personaje: cómo nace, cómo crece, y lo empiezas a dibujar, a entregar detalles, pero el personaje va a decir ‘‘no, no soy así, no tienes más dominio sobre mí’’ como cuando crías a una persona, no hay cómo controlar. Este descontrol, esta personalidad del personaje es lo que más me fascina, aunque el personaje sea un objeto. Cuando uno piensa sobre eso, lo real y lo ficcional, no hay diferencia. La manera en que uno ve las cosas ya es una ficcionalidad, no existe la realidad pura así como no existe la ficción pura.

Y América Latina en particular, ¿consideras que es un territorio en donde hay mucha ficción?

Claro, y también que ya tenemos suficientes eurocentrismos, de eso ya sabemos mucho. Me interesa mucho China o Medio Oriente, porque si bien las personas que viven en el hemisferio norte saben muy poco de ellos, nosotros también. Hay cosas que tendrías que pensar mucho para imaginarlas. Por ejemplo, en Madagascar hay unas arañas que tejen su nido y utilizan caracoles. Eso es muy ficcional. O si habláramos de los Selknam, ya que mencionas a América Latina, es como si no existieran y estuviéramos  hablando de  una ficción: se pintan el cuerpo y soportan fríos increíbles. ¡Pero eso ha existido! No hay asunto más interesante. Si vemos el mismo evento, tú vas  a decir una cosa y yo otra totalmente diferente…

A eso te referías con que no hay ‘‘realidad pura’’. Eso pasa también con la lectura, aunque leamos el mismo libro muchas veces, la experiencia siempre va a ser distinta.

Y eso pasa con nosotros también. Nosotros vamos a crecer y a creer en otras cosas. Es una discusión muy bonita. Hay gente que dice que la ficción no sirve para nada, incluso un poeta del sur de Brasil menciona que la poesía es un ‘‘inutensilio’’. Me encanta porque ahí no hay una función (…) y muchas veces las personas  van a decir ‘‘eso no es nada, es sólo brincadeira’’ (en español, jugarreta). Pero la jugarreta es también algo muy ancestral. La persona que danzaba e interpretaba los personajes era un brincante.

 Y entonces los autores, ilustradores y artistas son brincantes por excelencia.

De verdad que sí. Yo vivía en un sitio en Río de Janeiro en donde era muy común oír a los niños decir ‘‘Yo soy eso y tú esto. Ahora yo soy rico y tú eres el pobre. Yo soy marinero  y tú eres un dragón’’. A partir de ese momento, no eres más que eso y solo tienes que imaginarlo. El adulto tiene problemas entendiéndolo, los niños no. Los adultos dirían que estar esperando, por ejemplo, es estar un rato en la nada. Las personas hablan de eso como perder tiempo, pero esa es mi profesión: hacer que la nada se transforme en algo.

Latinoamérica en el mundo

Como en muchas culturas, en Latinoamérica encontramos una fuerza creadora muy potente. A veces es difícil traducir esas fuerzas creadoras a otros idiomas para otros lugares, y es un desafío porque es crucial preservar esa visión de mundo contenida en los libros que merece tener su espacio.

Empezamos a tener cada vez más, yo diría. En ‘‘Cien Años de Soledad’’ cuándo él – Gabriel García Márquez – escribe ‘‘el mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo’’ (…) Aún hay que nombrar cosas, y aún hay que nombrar en Europa también, me parece que tiene que haber otra mirada.

Por ejemplo, yo tengo varios libros con temas específicos de Latinoamérica, como el trabajo infantil o sobre los manglares, y una vez me pidieron desde China publicar mi libro sobre el manglar. Yo pregunté si estaba bien el libro, si había que adaptar algo, y me dijeron que no. ¿Por qué una persona en China o en Francia no debería saber sobre el manglar? (…) Por eso la búsqueda por la realidad tiene que ser ficcional.

Centrándonos específicamente en Brasil, a veces existe cierta dualidad en torno al territorio: muy alegre pero también con mucho dolor. ¿Qué palabras claves se te vienen a la cabeza para hablar de Brasil?

Contradictorio. La contradicción es muy del arte también (…) el arte acepta lo inconfesable. Si piensas que eres la peor persona, el arte te va a poner en su lugar más destacado, porque el arte se alimenta de su dolor, de su alegría también, de la contradicción. Brasil tiene un problema: que no habla mucho de sus tristezas. Martha Bethânia, una cantautora brasileña, dice que la samba es la tristeza que danza. Y de verdad que es así. Si uno piensa en una samba muy feliz y desacelera su ritmo, las notas son tristes. (Comienza a cantar lentamente una samba brasileña). Si escuchas, eso podría ser una canción fúnebre de Rusia o Hungría. Entonces lo que pasa con Brasil y me parece que en la ficción, en la música y en las artes, es que vas a descubrir la tristeza. Uno va a bailar, pero la melodía es triste.

Tiempo después de recibir el Andersen, mencionaste que Latinoamérica completa lo había ganado, y que otros deberían estar pronto en ese lugar.

Nuestros maestros, maestras (…) Es una alegría que Latinoamérica ya tendría que tener. Me da mucha tristeza a veces ver que las personas se olvidan de artistas antiguos que nos alimentaron y que claro, cualquiera de ellos podría ganar. El trabajo contemporáneo es maravilloso, pero el ancestral también y muchas veces olvidamos eso.

Finalmente, ¿Qué palabra te gustaría regalarnos?

Quipu, porque para mí no sólo es la contabilidad de la vida. Es un escrito tridimensional, en donde el escrito ya se planteaba de colores (…) se conecta con esa idea de espacialidad que surge a través de un hilo o de varios hilos. Hilos que constituyen un todo, donde la «narratividad» se funda.

COMPARTE ESTE RELATO

Valentina Rivera B., Licenciada en Letras Inglesas, Profesora de Inglés, y Máster en Children’s Literature and Literacies, es colaboradora de Fundación Palabra.

Roger Mello

Nacido en Brasilia en 1965, Mello ha sido publicado en América Latina, Estados Unidos, Francia, Bélgica, Suiza, Dinamarca, Corea del Sur y China, entre otros.

Es en este último  país en donde se le otorgó el Premio Internacional de Literatura Infantil Chen Bochui, el mismo año en que recibió el Andersen. Con respecto al distinguido premio, Mello expresa que no sólo lo ganó él, sino que toda América Latina, y espera que otros latinoamericanos lleguen a ese espacio también.

Detalle de ilustración del libro Salvaje (Global Editora, 2011). 

Quipu

Fotografía Museo Precolombino, Chile.

Para saber más del quipu, te invitamos a visitar el material preparado por el Museo Precolombino Chile y ver esta animación.

COMPARTE ESTE RELATO