
ISOL: “Mis héroes eran artistas que salieron de lo convencional y que jugaban mucho con su costado experimental e infantil”
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El comienzo del 2022 ha sido un año intenso para Yael Frankel, luego de ser reconocida con la mención especial del jurado del Bologna Ragazzi Award por su libro ¿Qué tiene un bosque?, de Claraboya Ediciones.
Quisimos conversar con esta escritora e ilustradora, diseñadora gráfica de profesión, para conocer más de las ideas tras sus libros y descubrir las palabras que la inspiran.
En Vamos por partes (Amanuta, 2017) la argentina Yael Frankel escribe: «Una parte de mí lo quiere hacer, pero casi siempre la que gana es la pereza». En ese relato, retrata a una pequeña niña que reflexiona sobre todas las partes dentro de ella que están en tensión, sin embargo luego resuelve: «Y aunque puedo alguna vez mentir, lo hago con mi parte verdadera».
Es quizás esa parte verdadera de Yael la que también consigue que sus relatos sean íntimos y sensibles, relatos que se permiten jugar en lo textual y en lo visual.
La escritora e ilustradora nacida en Buenos Aires ha consolidado su trayectoria en base a narraciones imaginativas que se aventuran en el mundo de las rimas, algunas veces (como en Mascotas y Todos a dormir), y otras en la singularidad del mundo interior, como en A simple vista, el libro álbum reconocido por el catálogo The White Ravens. En conversación con Fundación Palabra, Frankel reconoce que sus historias aparecen ciertamente desde su centro y seres cercanos: «No podrían venir de otra parte que no fuera yo misma, o lo que me pasa, o le pasa a gente cercana a mí y me cuentan… en uno de mis libros, por ejemplo, fue la frase de un amigo muy querido la que me despertó las ganas de ir a inventar un álbum: él se había ido de viaje y una amiga que tenemos en común le escribió y le preguntó si todo estaba saliendo tal como él lo había planeado. Él le respondió: Por suerte no».
Esta frase luego pasaría a formar parte de su libro Quelle chance! (¡Qué suerte! Rouergue, Francia, 2019). Esa es la simplicidad con la que Frankel se inspira para luego crear un relato que resuena en muchos lectores, pequeños y grandes.
¿Qué es lo más fácil y lo más difícil de encontrar inspiración?
Lo más fácil es tener ideas. Las ideas van y vienen durante el día de a miles. Algunas son geniales a la mañana y a la tarde puedo pensar: “¿cómo puede ser que esto me haya parecido genial hace unas horas?” Jajaja. Lo más difícil es llevar las ideas a buen puerto. Hacerlas crecer, mejorarlas, darles un sentido y reformularlas tantas veces como haga falta.
Hay algunos de tus libros que son más juguetones como Rita y el Dragón, y hay otros que son más filosóficos o incluso existencialistas (Un hueco, A Primera vista), ¿cómo es jugar y transitar esas distintas emociones en el proceso creativo?
Es que depende mucho de mis estados anímicos. Tengo más tendencia a la melancolía que al humor, quiero decir que me sale más naturalmente, me reconozco más ahí. Y por otro lado cuando sale algo que no tiene nada que ver con eso sino con la risa o el juego, le doy la bienvenida, ¡cómo no!
Con respecto a lo anterior, se podría decir que algunos libros son más ‘‘infantiles’’ y otros consideran a un lector ‘‘adulto’’…
No pienso en un lector específico y no sé si eso sea bueno o malo, pero es así.
Quienes nos dedicamos al estudio de la LIJ hemos oído hablar varias veces sobre la dicotomía adulto/niño, y muy probablemente es mejor que no se tenga esa tensión y pensar simplemente en libros, en vez de libros para ‘‘niños’’ o ‘‘adultos’’. De hecho, el trabajo de Frankel transita constantemente en ese umbral, lo que ha tenido amplia aceptación por parte de los lectores y la crítica literaria. Sus libros han sido traducidos y publicados en Francia, Italia, China, Corea del Sur y Suiza. Ha expuesto su obra también en la Feria del Libro de Bolonia en 2015, 2016 y 2022, y ha sido galardonada por ALIJA IBBY Argentina y el Festival de Literatura para niños de Sharjah, Emiratos Árabes. Más allá del reconocimiento que todo esto implica, destaca la universalidad de las emociones que componen la obra de Yael, incluso aquellas más profundas.
En Un hueco, por ejemplo, se exploran emociones un tanto más oscuras, si se quiere. Permite tener discusiones que a veces pueden ser difíciles ¿Qué sensaciones aparecen en un proceso como ese?
De mis libros, Un hueco es mi favorito. Porque nació cuando mi persona favorita en el mundo se murió. Mi amiga Ro. Me rompió todo en mil pedazos, fui la persona más feliz por haberla tenido tan cerca y la más infeliz por haberla perdido. Y así nació el libro. Este hueco lo comparto con Judith Wilhelm, la editora, porque Ro es su hermana.
Eso lo representas en lo visual y en lo textual. En términos de lenguaje escrito, el tuyo es muy poético. De hecho, algunos relatos bien podrían leerse como poemas. ¿Es ese un estilo que cultivas?
Depende mucho de mi ánimo, como te dije antes. El texto es lo que más me cuesta en general y trato de darle mucha cabida a mi voz: trato de reconocerme también en el lenguaje y en el tono que uso. Quiero sentir que esa que escribió el libro soy yo, con mi forma de hablar y mis pausas, con mis silencios, mis palabras, mi voz.
La narradora de Vamos por partes continua: «Si por casualidad de día soy valiente, es seguro que en la noche algo me tiembla. Y entonces me pregunto en voz muy baja, si soy solo una parte o toda entera».
Esa fragmentación de la que nos habla se ve representada, a su vez, en la imagen, con recortes y texturas diferentes que no logran juntarse entre sí. Esta es una técnica usual en su trabajo, aunque siempre hay un elemento de experimentación y novedad en cada uno de los libros. Con respecto a la parte visual, es evidente que se trabaja y ejecuta de distinta manera. Yael es diseñadora gráfica de profesión, lo que se complementa muy bien con el arte de la ilustración, y se le ve constantemente experimentando con distintas técnicas y materiales, procesos que comparte en sus redes sociales y que dan cuenta de la libertad y versatilidad con la que trabaja, las que luego se ven reflejadas en sus obras. Un libro de Yael Frankel es una mezcla de distintos lenguajes visuales, pero que siempre se conjugan coherentemente con el significado de la página.
En redes sociales te vemos jugar bastante con distintos formatos y materiales. ¿Cómo se desarrolla esa exploración? ¿Con qué has estado experimentando últimamente?
Me gusta probar todo y descubrir materiales nuevos. Ver qué consigo sacarles. Hace poco compré una maquinita con la que hago grabados (uso como matriz los tetrapack de aluminio, los lavo y están listos para que dibuje ahí con algún punzón. Después entinto la matriz, la apoyo al papel y juntas pasan por esta especie de prensa (que en realidad es una engraving machine).
¿Las ideas las vas ejecutando de inmediato o las trabajas primero?
Es todo un gran lío lo que hago, no hay método. Siempre empiezo por algo distinto. A veces es solo un título (pienso, “no puede ser que todavía no se haya publicado un libro que se llame…”), a veces empiezo por un dibujo, a veces, como dije antes, por algo que me cuenta alguien, a veces porque quiero estrenar una técnica recién aprendida (me pasó con las ilustraciones del libro Excursión, editado por Tres Tigres Tristes en España) y después resulta que esas ilustraciones las puedo pensar para hacer un cuento… Tengo mi estudio sí, al que vengo todos los días unas 8 o 9 horas.
Finalmente, ¿qué palabra nos regalarías?
Para la Fundación Palabra, va de regalo una palabra que me encanta: huella.
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Valentina Rivera B., Licenciada en Letras Inglesas, Profesora de Inglés, y Máster en Children’s Literature and Literacies, es colaboradora de Fundación Palabra.
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