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En nuestra cotidianidad es común encontrarnos con distintos códigos que se comunican con nosotros, desde una imagen publicitaria a un podcast. Cuando abrimos un libro muchas veces se piensa que estamos frente a un soporte único, mas es posible expandir esta percepción cuando la experiencia del texto se traspasa a otros lenguajes. Esta transformación de códigos – o significados – se conoce como transmediación, y es definida precisamente como la traducción de contenidos desde un formato a otro.
La transmediación es fundamental para resignificar la información, utilizando distintos lenguajes con características propias, las que muchas veces se conjugan o se superponen entre ellas. La variedad de estímulos que las infancias de hoy experimentan hace aún más necesario combinar distintos medios para atraer el interés de los jóvenes lectores, ofreciendo una propuesta estética atractiva. Es por esto que rescatamos aquí tres propuestas de transmediación, desde el libro-álbum a la pantalla (o viceversa) que destacan por su innovación y tratamiento literario-visual de distintos temas.
La conocida historia de este Oso tomó primero forma en un cortometraje, creado en el año 2014 y que al año posterior fue galardonado como el mejor cortometraje animado en la ceremonia de los premios Oscar. Luego de este reconocimiento, la editorial chilena Zig-Zag publicó esta historia en formato libro álbum en el año 2016, traspasándolo así de un lenguaje cinematográfico a uno escrito. La historia retrata a un oso que sale con su organillo a las calles a contar un relato, el que a su vez ilustra a una familia de osos que es separada cuando el padre es capturado por unos domadores de circo. Junto a otros animales, el oso es encarcelado y obligado a trabajar en el espectáculo circense, hasta que un día logra escapar y reencontrarse con su familia.
La imagen final del cortometraje (en donde el oso saca su reloj de mano y observa el retrato de una familia) sumado a otras pistas visuales, permiten concluir que en realidad se trata de su propia historia.
El cortometraje confía el relato a las imágenes y su musicalización, las cuales van construyendo el relato detalladamente.
En la pantalla vemos y oímos esta historia como si fuera a través de una caja musical –la que el oso utiliza –cuya caracterización va acompañada con sus sonidos y movimientos respectivos. El cortometraje omite cualquier tipo de diálogo y narraciones, sin embargo, las transiciones delicadas y detalladas, junto con el estilo narrativo que permite la cinematografía, hacen posible incorporar el relato con total soltura.
Si bien esta historia puede entenderse de manera literal, es el mismo Osorio quien luego admitió que la inspiración para este cortometraje proviene de su historia familiar, específicamente de su abuelo, quien fue detenido durante la dictadura chilena. Así, y teniendo esta información, hay muchos vacíos que podemos ir llenando para resignificar el relato y descifrar esta metáfora. Estos vacíos son respetados en el formato libro, en donde si bien contamos con una narración escrita, ésta es más bien descriptiva, de modo que no interfiere con esos ‘‘segundos significados’’ que las declaraciones de Osorio hace accesibles.
Al ser un texto escrito, la musicalización no está presente, o al menos no de la misma manera en que claramente se oye en el cortometraje. No obstante, el detalle de las ilustraciones de las figuras de lata, por ejemplo, hacen posible recrear esos sonidos mientras leemos. De este modo, Historia de un Oso es presentado en dos códigos diferentes que se complementan de manera armónica para compartir el mismo relato.
Una ejecución diferente es la de este relato escrito por el estadounidense William Joyce, y cuyo cortometraje también fue reconocido en la ceremonia de los Oscar (mejor cortometraje animado, 2012). La historia muestra a un hombre que ama los libros y dedica su vida a leerlos, cuidarlos y recomendarlos. También pasa gran parte de su tiempo escribiendo su propio libro, el que luego hereda a futuros lectores. Con una temática más liviana que Historia de un Oso, la transformación desde la pantalla a la página de este relato tiene más modificaciones.
Si bien en términos visuales se mantienen los elementos distintivos de su estética, el texto escrito expande la experiencia con la historia, a diferencia del cortometraje que no contiene diálogos ni explicaciones. En el libro álbum (también publicado por Zig-Zag) el texto guía mucho más la interpretación, controlando también el entendimiento de la historia.
De este modo, en el libro se nos explica mucho más lo que está sucediendo y lo que van sintiendo los personajes, configurando un relato descriptivo que deja menos libertad de interpretación. No así el cortometraje, que confía mucho más en el espectador para significar los eventos cargados de fantasía y permite que sean las imágenes y la música los elementos que faciliten la comprensión.
De todas formas, en ambos soportes hay un mensaje central que se expresa claramente, y es el amor por los libros. De hecho, el mismo texto lo explicita: ‘‘todas las historias son importantes’’ (Joyce, 2012).
El Kiosco de Anete Melece
Nuestra última recomendación es una publicación reciente (2020) y que proviene de la artista letona Anete Melece. Inicialmente lanzado como un cortometraje, El Kiosco ha llamado la atención de artistas y editoriales, llegando así a su publicación en papel y que en español fue traducido por Libros del Zorro Rojo.
En la historia acompañamos a Olga (nombre que solo conocemos en el texto escrito) en su diario quehacer como vendedora de un kiosco y observadora de vidas ajenas. Tanto en el corto como en el libro podemos apreciar su deseo de explorar otro lugar distinto a la ciudad, pero sin querer abandonar su kiosco. Luego de un conveniente incidente, Olga logra resolver su dilema de manera creativa y satisfactoria. De las tres recomendaciones que proponemos, El Kiosco es el cortometraje de menor duración y con un estilo menos realista, pero no por eso menos profundo. La calidad artística de las ilustraciones y edición de Melece forman un producto lúdico, pero que al mismo tiempo facilita una reflexión sobre el sentirse libre y feliz.
El cortometraje, que cuenta con sonidos ambientales y musicalización esporádica, es traspasado de manera fiel al papel, portando en ambos lenguajes una visualidad menos digital que las recomendaciones anteriores, un humor que se combina con las emociones de la protagonista y una mirada alegre del entorno cotidiano y sus personas.
El traspaso de contenido de un medio a otro puede significar ‘‘pérdidas’’ o ‘‘ganancias’’ en ciertos aspectos, pero son esas decisiones las que finalmente posibilitan la creación de diferentes historias, aun cuando sea la misma. También posibilitan la creación de productos con variados niveles de explicación e interpretación por medio de soportes distintos.
La transmediación nos recuerda que las historias no son estáticas y que, existiendo en otros medios, tienen la capacidad de ofrecer experiencias lectoras más amplias y completas.
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Valentina Rivera B., Licenciada en Letras Inglesas, Profesora de Inglés, y Máster en Children’s Literature and Literacies, es colaboradora de Fundación Palabra.
Historia de un Oso, Antonia Herrera y Gabriel Osorio, trailer oficial
Los Fantásticos Libros Voladores del Sr. Morris Lessmore, William Joyce, trailer oficial.
The Kiosk, Anete Melece.
La transmediación nos recuerda que las historias no son estáticas y que existiendo en otros medios tienen la capacidad de ofrecer experiencias lectoras más ampliadas y completas.
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