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EL MUNDO MIRA A CHILE
Hubo un tiempo en Chile en que los quioscos barriales poblaban sus puestos de revistas de todo tipo, incluyendo aquellas dedicadas especialmente a las infancias. Si bien los kioskos mantienen su presencia en las calles de nuestro país, la oferta de revistas infantiles ha disminuido considerablemente en las últimas décadas, aunque no está del todo extinta.
Las revistas infantiles han probado ser un complemento a la educación formal por su capacidad de mostrar temas provenientes de distintas disciplinas (literatura, ciencia, arte) y distintos tipos de contenido (cómics, tiras, juegos, puzzles, acertijos, etc.). Pero indudablemente, y aun cuando pueda existir una intención didáctica, lo que más las caracteriza es la cercanía con la que se vincula con sus lectores, proporcionando un espacio de entretenimiento y recreación. Estos dos propósitos combinados propician una democratización del juego y del conocimiento, por medio de un lenguaje y formato accesibles.
Un elemento fundamental para que el lenguaje y el contenido de estas revistas sea accesible recae en el peso que poseen las ilustraciones, pues constituyen un ingrediente indispensable para atraer al lector. Las ilustraciones en revistas infantiles se han caracterizado por ser coloridas, alegres, muchas veces humorísticas y con niños o niñas como figuras centrales. La sofisticación de este tipo de ilustraciones puede diferir de la complejidad simbólica y semiótica del libro álbum, por ejemplo, lo que no sugiere que tengan menos impacto en las respuestas lectoras o que no constituyan una aproximación a la literacidad visual. La historia de la ilustración en Chile vinculada a revistas infantiles posee una relevante tradición, la cual sería imposible de cubrir en un artículo resumido. Es por ello que hemos querido indagar en una primera instancia en el lenguaje visual de las primeras revistas infantiles en Chile, aquellas publicaciones precursoras que dieron paso a una herencia que perdura hasta el día de hoy. Para ello consideraremos en esta publicación aquellas primeras revistas icónicas publicadas a partir de 1908. En una publicación posterior, revisaremos su presencia, desarrollo y expansión en la actualidad.
La revista El Peneca no fue formalmente la primera revista infantil publicada en Chile, sin embargo, se considera como la precursora más consolidada de la primera camada de publicaciones de este tipo. De acuerdo a los registros proporcionados por Memoria Chilena, le precedieron las publicaciones Revista de los Niños (1905) además de Chicos y Grandes (1908). Todas contaron con distinta durabilidad y popularidad, pero lo relevante es que representan una primera incursión en este nuevo tipo de periodismo, más informal, cercano y dedicado exclusivamente para el público infantil.
La revista Chicos y Grandes ya explicaba en una de sus primeras ediciones que el anhelo principal de la revista era convertirse en ‘‘un verdadero compañero de los niños en sus horas de ocio. Deberia guiarlos en sus ocupaciones libres, aconsejandoles hacerlas de tal manera que tengan valor tanto recreativo como educativo’’ (Chicos i Grandes, 1908, tildes y gramática originales).
Allí se encontraban secciones como anuncios promocionando colegios, artículos sobre animales y cartas de adultos a los lectores, con un formato lo más parecido posible a un diario dirigido a adultos y con un peso visual muy inferior a las revistas que estaban por venir. Se trataban de ilustraciones realistas que mostraban tanto a niños, niñas y adultos, relacionándose de manera armónica, frecuentemente en torno a los libros o alguna actividad cultural y recreativa.
Fue en ese mismo año que se publicó por primera vez El Peneca, creada y gestionada por la editorial Zig-Zag. Sus comienzos no generaron gran popularidad y le tomó aproximadamente una década transformarse en el producto cultural que recordamos hoy en día. Luego de un periodo de ensayo y error, la revista logró tener una línea editorial consistente que se centraba en el entretenimiento de niños y niñas, y en su capacidad para apelar a las distintas infancias chilenas, tanto para ‘‘los ricos como para los pobres’’ (Roxane, Memoria Chilena). Ya para el año 1940 la revista alcanzaba su máximo esplendor y consolidaba su época dorada que duró hasta 1960, año del cese de la revista. Sin duda que la presencia de las ilustraciones fue un factor crucial para lograr el enganche con el público infantil, las cuales estaban pensadas para vislumbrar mediante la personificación caricaturizada y colores llamativos.
Portadas de El Peneca
El mayor exponente de la ilustración que se viene a la mente cuando se habla de El Peneca es Mario Silva Ossa, más conocido como Coré, quien durante cerca de 20 años ilustró las portadas de la revista, junto con algunas páginas adicionales de su interior. Coré realizaba entregas semanalmente, lo que dio como resultado un gran número de ilustraciones que dieron cuenta de ‘‘la versatilidad y riqueza de su trazo, su gusto por el imaginario medieval, con sus vestuarios y ornamentos, la arquitectura y el mobiliario’’ (Aguilera, Descubiertas, 2022).
Muchas de sus ilustraciones originales están disponibles en el Archivo de Láminas y Estampas de la Biblioteca Nacional de Chile. El archivo da cuenta de su destreza para representar la figura del cuerpo humano, personajes de distinta índole, vestuario y ambientaciones, así como también de su proceso creativo pues cuenta con sus bocetos y pruebas de color (Biblioteca Nacional Digital). Gracias a la masificación de la revista El Peneca, el trazo y estilo visual de Coré se volvió representativo de la publicación.
Un dato quizás menos conocido de Coré es que fue estudiante de arquitectura por dos años. Su habilidad lo llevó a diseñar y construir la casa donde vivió, en la actual Avenida Grecia, antiguamente llamada Los Tilos. Ahí dio rienda suelta a su imaginación, concretando numerosos de los elementos que aparecían en sus ilustraciones: puertas, manillas de hierro, repisas y muebles. Una de esas sillas estará exhibida durante esta semana en la BILIJ, gracias al apoyo de Francisca Robles. Francisca es nieta de María Silva Ossa, escritora y poeta infantil, autora de Perejil Piedra. Este cuento lo escribió a partir de diversas ilustraciones realizadas por Coré, su hermano. Francisca cuenta que cuando era niña vivió en la casa de su abuela, rodeada por muebles y dibujos del ilustrador y artista, y así, esta silla hecha por Coré es actualmente parte de su historia familiar.
Para saber más de Coré, te sugerimos ver esta entrevista de Claudio Aguilera y Jorge Montealegre.
En 1953 fue creada la revista Barrabases, una publicación con contenido futbolístico, pues sus personajes constituían un equipo de fútbol infantil, cuyo nombre era el de la revista. De allí nacieron varios personajes emblemáticos, como Pirulete (la figura máxima del equipo de fútbol), Guatón, Pelao y Chico. Esta publicación logró consolidar el propósito recreativo y humorístico que las revistas infantiles suelen tener, entendiendo así la infancia como un espacio de juego y no de exclusivo didactismo.
Un ilustrador que colaboró en varias ocasiones con la revista Barrabases fue Themo Lobos, quien a su vez fue un gran exponente de la revista Mampato. Luego de la desaparición de El Peneca (en 1960), esta nueva revista fundada por Eduardo Armstrong en 1968 vino a llenar ese vacío de publicaciones periódicas para niños y niñas. Mampato fue una revista que circuló por diez años y recibe su nombre por el personaje principal de la publicación, un niño que se embarca en todo tipo de aventuras por medio de su cinto espacio temporal, un dispositivo que le permite viajar en el tiempo. Si bien la creación de personajes fue realizada por Oscar Vega, fue Themo Lobos el encargado de darles vida por medio de la ilustración. Así, niños y niñas pudieron disfrutar de cómics que seguían a variados personajes y sus encuentros con Mampato. Dentro de ellos destaca especialmente Ogú, una especie de hombre de las cavernas que protagoniza Ogú y Mampato en Rapa Nui, historieta que fue llevada al cine en 2002.
Tanto la revista Barrabases como Mampato hicieron de niños y niñas sus protagonistas principales, adentrándose en el mundo de la infancia, y aunque imaginado por adultos, entregó un espacio en donde pudieran reconocerse, con referentes culturales nacionales y con un lenguaje que les perteneciera. Las ilustraciones apoyaban ese discurso, realizadas desde la perspectiva de esos personajes infantiles que se tomaban las páginas, con facciones exageradas propias de las historietas, con presencia de personajes variados y a veces fantásticos, y con una ambientación atractiva que les acercaba al mundo.
Si bien Condorito no se trata de una revista sino de una historieta, es incluida en esta revisión por su fuerte presencia en la cultura popular y por los personajes ilustrados emblemáticos que nos ha entregado. Condorito es en muchos sentidos un cómic para adultos, pues posee contenido explícito del mundo adulto y chistes que quizás una audiencia infantil no captaría. Sus personajes son en su mayoría adultos y, por ende, navegan el mundo del trabajo, dinero, jerarquías sociales y romance. Pero también posee guiños al mundo infantil, sobre todo mediante la figura de Coné, el pequeño sobrino de Condorito.
La historieta nació en 1949 de la mano del ilustrador Pepo, quien reconoce que concibió al personaje debido a la baja representatividad de la identidad chilena o latinoamericana en comparación a referentes como los personajes de Walt Disney. Creó entonces a un cóndor (de allí su nombre, Condorito) un ave antropomorfizada que representa, en cierta medida, al huaso chileno. Con sus típicas ojotas y singular picardía, Condorito se expresa de manera coloquial, incorporando lenguaje popular chileno y recorre distintas localidades del país. En un principio estas historietas contaban con una paleta de colores más bien simples, con el característico rojo de la vestimenta de Condorito, junto escalas de negros y grises que componían las ambientaciones. Con el tiempo Condorito ha cobrado una nueva vida, con versiones más coloridas e incluso un canal de YouTube en donde se puede reconocer a sus personajes, pero esta vez animados.
Como establece Jorge Rojas Flores en su artículo ‘‘Representaciones de la infancia en el espacio de las historietas, 1900-1980’’, las historietas se pueden considerar como ‘‘documentos históricos privilegiados para mostrar la forma en que circulan ideas, prejuicios y creencias en la población que accede a ellas’’ (Rojas Flores, 2012). En ese sentido, la representación de la infancia no queda fuera, y en el caso específico de Condorito es en su sobrino Coné donde recae la responsabilidad de proporcionar esa visión. Rojas Flores realiza una observación importante con respecto al origen de Coné: un personaje proveniente del campo, huérfano y con picardía. Considerando los años en que Condorito circula, Coné bien podría representar a un personaje huacho, y de esa manera también denunciar la negligencia social a la que niños y niñas se veían expuestos. Sin embargo, Condorito nunca constituyó una publicación necesariamente política o con contenido social explícito, sino que por medio del humor y los detalles de la ilustración (vestimenta, expresiones de los personajes, cultura material presentada, etc.) permitía entrever esa visión más social y que, podemos suponer, facilitó el éxito de la historieta en distintos sectores de la población.
Las revistas infantiles son proveedoras de entretenimiento, conocimiento y cultura popular, pero por sobre todo han sido un importante espacio para crear una comunidad de niños y niñas en donde sean protagonistas y estén al centro de la discusión. Han representado un lugar en donde niños y niñas actúan como consumidores y participantes directos, y en donde adultos facilitadores de ese contenido han tenido que ineludiblemente esforzarse por entender a ese público y poner al centro de sus discusiones el interés de la infancia.
Referencias
Aguilera, Claudio. 2022. DesCubiertas. Dibujos para cubiertas de libros y revistas del Archivo de Láminas y Estampas. Biblioteca Nacional. Disponible en: https://www.bibliotecanacional.gob.cl/sites/www.bibliotecanacional.gob.cl/files/2022-12/Cata%CC%81logo%20Expo%20Descubiertas_2022.pdf
Rojas Flores, Jorge. 2012. ‘‘Representaciones de la infancia en el espacio de las historietas, 1900-1980’’, Revista Chilena de Pediatría, vol 83, no.6. DOI: 10.4067/S0370-41062012000600012
Todas las imágenes de este artículo fueron sacadas de Memoria Chilena, disponibles en: http://www.memoriachilena.gob.cl/
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