
Bosque chileno: la literatura de naturaleza chilena a un clic de distancia
EL MUNDO MIRA A CHILE
Hace algunos días se dio a conocer el veredicto de los jueces del XVII Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil, quienes luego de revisar las 14 postulaciones recibidas este año, decidieron unánimemente que la escritora chilena María José Ferrada debía ser la galardonada. Este premio será entregado en la Feria del Libro de Guadalajara, que se llevará a cabo entre el 27 de noviembre y el 5 de diciembre de 2021.
Desde Fundación Palabra nos alegramos especialmente por este reconocimiento, ya que María José ha sido una fiel colaboradora del proyecto BILIJ, aportando desde sus inicios, cuando recién soñábamos con la implementación de esta biblioteca.
El jurado, que estuvo compuesto por representantes de la OEI, el CERLALC, IBBY México, UNESCO México y Fundación SM, consideraron que la obra de Ferrada
‘‘muestra un gran respeto por la infancia, un conocimiento profundo de los secretos de la relación entre el mundo infantil y la poesía’’
y que su creación poética tiene la capacidad de relevar
‘‘la mirada infantil sobre el mundo y los afectos basada en la minuciosa observación de los detalles que genera asombro y curiosidad’’.
En efecto, su mirada imaginativa del entorno es lo que le da fuerza a su obra, la que además destaca por una poesía no rimada que, como hemos establecido antes, se aleja de la visión infantilizadora de la poesía.
Dicha innovación, junto con su delicada habilidad lírica, ha sido premiada ya anteriormente. Este mismo año el poemario Niños recibió una mención honrosa en el Ragazzi Awards en el marco de la Feria del Libro Infantil de Bologna, en donde Cajita de Fósforos se llevó el premio, libro en el cual Ferrada también colabora.
Su lista de reconocimientos no termina allí y tampoco su alcance internacional, ya que ha sido traducida a varios idiomas que incluyen el inglés, italiano y portugués. Todo esto reafirma la necesaria fuerza creadora de la poesía, que finalmente no es más que jugar con las palabras para dotarlas de un significado nuevo y encontrar en los lectores nuevos cómplices, capaces de comprender el lenguaje escondido en las rimas. Mucho se ha hablado de Chile como un ‘‘país de poetas’’ y Ferrada es claramente sucesora de esa herencia lírica. Sin embargo, también nos parece justo afirmar que su obra no es una mera continuidad, no solo porque su trabajo se centra en la infancia (o al menos la mayoría de éste) sino también porque ha sido demostrado con su poder inventivo y sensible que la poesía dista de ser un lugar rígido y normado, en donde solo el lenguaje elevado – y quizás poco accesible – es merecedor de reconocerse poético.
En Cuando Fuiste Nube, libro que recibió el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños en el año 2018, Ferrada escribe en su poema IV:
mira con atención el horizonte
para que no te pierdas el momento
en que una de las montañas
-ésas que se ven desde tu ventana-
se despierta.
De manera tácita o explícita, cada poema de Ferrada es una invitación: a asomarse por la ventana, a inventar un idioma nuevo, a hablar de viajes, a mirar el cielo.
Hay otros poemas que son menos juguetones, pero necesarios. Y es que el trabajo de María José realmente tributa a las infancias, aquel lugar que no siempre es esplendoroso. En Niños, la autora nos trae a la memoria aquellas infancias interrumpidas durante la dictadura chilena, imaginando a cada niño y niña mediante poemas y creándoles un pequeño universo posible que, como bien sabemos, no pudo materializarse. Niños funciona entonces como un homenaje que está muy lejos de ser un simple gesto, pues actúa como un vehículo para conservar nuestra memoria cultural y lo aterriza de la manera más imaginativa posible, entregando una infancia imaginaria a quienes no la tuvieron y nos alerta al respecto. Algo parecido sucede en La tristeza de las cosas, libro álbum en donde la escritora hace uso de la cultura material para reflexionar sobre las ausencias que surgieron en esa época. Cada doble página expone una silueta – de algún desaparecido, podemos suponer – junto con un poema que se pregunta por la soledad de las cosas, las últimas veces que fueron utilizadas y los silencios que quedaron. De manera implícita, Ferrada nuevamente insiste en hacernos esas invitaciones a observar con detenimiento profundo, conmoviéndonos desde la ternura incluso del ser humano. Puede resultar curioso que postdictadura no hayan existido muchos textos publicados para niños que aborden la experiencia, incluso hasta hoy, por lo que los textos de Ferrada sobresalen en un contexto donde conversar al respecto resulta aún muy difícil.
Por otro lado, en Otro país reconoce y retrata la experiencia de las infancias migrantes, con respeto y sensibilidad pero sin endulzar esa realidad: ‘‘también van agregando algunas de las cosas que encuentran en el país al que llegaron. Pocas cosas, porque los niños migrantes piensan que ese país no les pertenece’’.
Así, la poesía de María José no solo evoca imágenes de juegos e imaginaciones, sino que además establece un compromiso con los espacios por donde circula.
La literatura puede ser muchas cosas, pero eventualmente su poder transformador radica en su capacidad para conmovernos y remecernos, ya sea a través del humor, la fantasía, las emociones, el recuerdo, la luz o la oscuridad. El poder de la obra de María José Ferrada es justamente esto; nos conmueve con sus constantes invitaciones y no podemos sino aceptarlas para habitar el entorno como niños, por medio de la palabra transformada que nos demuestra que la poesía está en todas partes.
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Valentina Rivera B., Licenciada en Letras Inglesas, Profesora de Inglés, y Máster en Children’s Literature and Literacies, es colaboradora de Fundación Palabra.
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