EL MUNDO MIRA A

CHILE

Elena Poirier y Alicia Morel

Un centenario para celebrar y reflexionar

Isabel Molina y Claudio Aguilera

“Era otoño. Casi no quedaban árboles verdes en el bosque. Todas las hojas estaban rojas o amarillas y caían, una a una, como grandes manos viejas… El hongo donde vivía el Duende Melodía estaba cubierto por una manta de hojas crujidoras. Los insectos iban y venían entre ellas, apurados en hacer sus casas para el invierno. El Duende Melodía, con su experiencia de cien años, trabajaba también. ¿Saben en qué consistía el trabajo del viejo Duende? Era algo muy divertido: juntaba sol para el invierno”.

Así comienza La Hormiguita Cantora y el Duende Melodía, publicado en 1957 por Alicia Morel. Nacidos originalmente para ser escuchados a través de la radio, sus narraciones siguen manteniendo la frescura de los relatos orales y la riqueza de una prosa en la que brillan los destellos poéticos y una mirada vívida de los hallazgos de la infancia. Aquella primera edición fue ilustrada por Elena Poirier, quien plasmó en sus páginas aquel imaginario poblado por seres diminutos y luminosos forjado en portadas inolvidables de la revista El Peneca y las colecciones Azul y Amarilla de editorial Zig-Zag. Ilustraciones cargadas de ternura y candidez, vaporosas a momentos, que transportan al lector hacia la región de la fantasía.

A partir de entonces, entre ambas creadoras se forjó una amistad que las acompañaría durante toda su vida y superaría incluso la distancia que implicó habitar en continentes distintos. Tenían mucho en común. Las dos habían nacido en 1921 y vivieron infancias rodeadas de relatos, naturaleza y libros en la que cultivaron, como ha señalado Manuel Peña Muñoz, “una secreta comunicación con los duendes y seres alados”.

 

Elena Poirier en Perugia, Italia, hacia 1959.

Alicia Morel (1956) escribiendo los libretos de La Hormiguita Cantora y el Duende Melodía.

De talento precoz, tempranamente comenzaron a desarrollarse en el ámbito creativo. Elena tenía apenas 14 años cuando llegó a El Peneca y Alicia presentó su primer libro a los 17 años. Si bien realizaron obras para diversos públicos, entre los que destacan las crónicas de viajes de una y los ensayos literarios de la otra, sus textos e ilustraciones para la infancia tuvieron un rol central en sus trayectorias.

“Nací escritora para niños. Creo que pocos autores se atreverían a decirlo, pues en Chile no se considera como literatura propiamente, a la infantil. No me he limitado solamente a este género, pero sé que mi facilidad está en él”, anotó Morel.

Por su parte, en una carta dirigida a su amiga, la ilustradora escribió:

“Te diré mi pequeño secreto: lo que hago con más amor son los dibujos para niños. Desgraciadamente, la mayor parte de la gente ha olvidado la infancia. Hoy todos son adultos, grandes y chicos, no pueden entender lo que dices tú y lo que digo yo…”

Ciertamente, esa sensación de marginación frente al medio nacional, dominado principalmente por hombres y en el que la literatura infantil sufrió un largo enclaustramiento, las acompañó durante toda la vida. Tras el éxito de La Hormiguita Cantora y el Duende Melodía, Alicia Morel fue parte del grupo fundador de IBBY Chile, cultivó amistad con Gabriela Mistral y González Vera, dirigió y colaboró en revistas, hizo títeres y guiones radiales, escribió obras como Perico trepa por Chile, junto a la escritora Marcela Paz y la ilustradora Marta Carrasco, El mundo de Llanca y Las manchas de Vinca, sumergiéndose en el folclor y las tradiciones chilenas. Por su parte, Elena Poirier no solo llegó a ser la principal ilustradora de las revistas El Peneca y Simbad, y de las ediciones para niños de Zig-Zag, trabajó en editorial Rapa-Nui, el primer sello chileno dedicado a la infancia, recibió importantes reconocimientos nacionales, participó en exposiciones internacionales y logró, con mucho esfuerzo, hacerse un espacio en el medio italiano, país en el que fijó su residencia. Pero nada de eso parecía ser suficiente a los ojos de cercanos, editores, compañeros y críticos.

“La mía no ha sido una carrera fácil; he encontrado barreras y dificultades casi siempre, especialmente con los editores, todos avaros e injustos. Tampoco me han faltado envidias, rivalidades de otros colegas y no he carecido de imitadores… esto nunca me ha importado gran cosa”,

anotó Poirier en 1993, cinco años antes de su muerte. Un poco antes, le escribía a su amiga hablándose probablemente también a sí misma:

“Alicia querida, comprendo la decepción que debes sentir al verte dejada atrás por los editores… de esa gente joven tan experta en hacerse propaganda y ganar plata con poca fatiga. ¿Pero cuántos van a quedar? La fama que dura como la flor de un día no significa nada para un verdadero artista. ¡Adelante entonces! Y no te desanimes. Sabes bien que tienes un nombre importante en literatura”.

Pese a todo nunca bajaron los brazos. En paralelo a sus obras personales, a fines de los años 50 realizaron juntas una serie de relatos para la revista El Peneca y en la década de los 80 crearon un nuevo personaje: Polita, la traviesa sobrina de la Hormiguita Cantora.  Ambas tenían la certeza que crear obras para niños y niñas era un privilegio, una oportunidad, como decía Alicia, de  adoptar “un punto de vista especial, una mirada nueva, tal vez aquella que tuve siendo niña”. Pero también era un espacio para compartir un momento de alegría y humor, e incluso para aventurarse a aquel territorio que la escritora llamaba: “lo otro, lo que está escondido detrás de las apariencias, lo que ilumina o lo que oscurece al ser humano y constituye su trasfondo”.

Este año se celebrará el centenario de Alicia Morel y Elena Poirier. Habrá exposiciones, homenajes y charlas para festejar su inmensa obra, para reflexionar sobre la riqueza y profundizar de su aporte, para  volver a leerlas y disfrutarlas. Ellas estarían contentas. No tanto por el reconocimiento a sus personas, sino por saber que sus libros siguen siendo leídos, que niños y niñas de todo Chile aún ríen y disfrutan con sus personajes, que sus colores y versos continúan iluminando rostros infantiles y son inspiraciones para jóvenes creadores. Estarían contentas también porque Chile ha cambiado. La ilustración y la literatura infantil se han ganado un lugar propio, lugar que ellas ayudaron decididamente a forjar. Las autoras ya no son la excepción en el mundo editorial y comienzan a escribir su propia historia, reivindicando el rol de quienes, tal como Alicia y Elena, las precedieron, les abrieron camino y juntaron sol para el invierno.

Fotografía de manuscrito de Alicia Morel y retratos de Elena Poirier y Alicia Morel: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Fotografía portada revista Simbad y Los mejores versos para niños, colección personal Claudio Aguilera.

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Isabel Molina es editora, investigadora y co-autora del libro Elena Poirier, ilustradora.

Claudio Aguilera es escritor e investigador especializado en historieta e ilustración, además de ser integrante del Directorio de Fundación Palabra.

Manuscrito de Alicia Morel.

Ilustración de Elena Poirier para Editorial Zig-Zag.

Ilustración de Elena Poirier para la revista Simbad.

Este año se celebrará el centenario de Alicia Morel y Elena Poirier. Habrá exposiciones, homenajes y charlas para festejar su inmensa obra, para reflexionar sobre la riqueza y profundizar de su aporte, para  volver a leerlas y disfrutarlas.

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