
Bosque chileno: la literatura de naturaleza chilena a un clic de distancia
EL MUNDO MIRA A CHILE
La primera vez que me crucé con Alexander Calder y sus móviles fue de reojo. Miré (y ojeé) un libro que hablaba de estos mágicos objetos en una biblioteca que visitaba asiduamente durante mi adolescencia. Ese día pensé en la magia, en esas personas capaz de hacerte sentir días o momentos “mágicos”. Tal vez, me obsesioné también con la idea de ir atesorando en mi memoria cada vez que me sintiera así.
Unos cinco años después, en un almuerzo, conocí a Blanca Luz y Rafael, veinteañeros entonces, venían de Francia (donde vivían) a pasar una temporada en Buenos Aires, para estar con la familia de ella y hacer circo.
Era la primera vez que conocía personalmente a una pareja circense. No tardé mucho en sentir esa “magia” cuando oía sus aventuras, como el verano que recorrieron el Amazonas, llevando el circo a poblados donde nunca antes había llegado.
Hablamos del mundo nómade, de hacer arte para llegar a lugares donde nadie va, de las caras que ponían sus espectadores cada vez que ellos iniciaban su escena. En esa conversación volvió a sentir esa magia ¿por qué? o ¿con qué?… la respuesta la tuve casi veinte años después gracias a otros grandes artistas circenses.
Entre ese almuerzo en Argentina y una nueva aproximación mágica al circo, pasaron casi veinte años. “Llegó una familia de circo itinerante a la que vamos a ver”, comentó entusiasta una gran amiga de Frutillar, mi nueva residencia, durante enero de este año.
No lo dudé: me anoté rápidamente para unas entradas porque era verano y, bueno, la vida de madre obliga a pensar en diversión infantil.
No pude ir. Mis entradas se las di a mis abuelos que estaban de visita en mi casa. Un poco asustada pensé: mi tata me va a odiar. ¡Lo mandé al circo! (Y recé un poco para que fuera algo divertido).
Lo que pasó desde ese día hasta el fin del verano fue una repetición constante de risas y nombres y una canción, una escena que miraba como espectadora, sin entender qué pasaba.
Se presentaron otra vez. Tampoco pude ir, pero la escena se repite.
Lo mismo: risas, canciones y ovaciones. “¡Mamá, es que son muy graciosos!”, decía mi hijo. Mientras mi hija contaba cómo teteras se convertían en elefantes, cafeteras en grandes monstruos y una mujer bala volaba por el aire. Mi marido y mi abuelo cantaban y se reían. ¡Ah,no! (Dije súper envidiosamente) no me los pierdo más. Mi oportunidad llegaría en invierno.
Más de cincuenta personas esperaban entrar al bus teatro. Incrédulamente pensé: ¿cómo vamos a meternos todos a esta micro?
En las afueras, empezó el show. Ahí estaban Javiera y Camilo iniciando su espectáculo.
Lo que pasó de ahí en adelante fue indescriptible. Entramos al bus, nos sentamos en un teatro, se apagaron las luces y vivimos una hora de magia.
Risas, caras de incredulidad, sorpresa, lágrimas. Aplausos, vocecitas infantiles que trataban de asimilar lo que venían. Calder, tradición, teatro, música, circo, risas y aplausos.
A mi se me abrió el buzón de los recuerdos y, todos juntos, se convirtieron en emociones. Había experimentado en el cuerpo la magia y creo que no voy a olvidar esas sensaciones que me invadieron al ver Mastodonte Show.
¿Cuándo nace este proyecto de bus teatro?
Acá, en Chile, nació en mayo de 2015. Recién llegábamos a vivir a Chile. Vimos la publicación de la micro y decidimos invertir y comprarla. Sin embargo, en Italia habíamos vivido una experiencia similar con “La capra grasa”, un camión teatro itinerante.
Nuestra idea era poder tener algo que fuera característico, patrimonial. ¡Qué más característico que una de estas micros donde todos viajamos acá en Chile alguna vez! (cuenta Javiera).
Entre su compra y el inicio de la construcción del bus, nació nuestro hijo. Nos tomamos ese tiempo para acompañarlo en sus primeros años. Cuando ya tenía uno, decidimos iniciar la construcción, en abril de 2017. Un año más tarde, en mayo del 2018, inauguramos el bus con un espectáculo de variedades. Recién en febrero de 2019 hicimos en Quilpué nuestra primera presentación de Mastodonte Show
¿Qué fue lo más difícil de la construcción?
Nada de lo material. Lo más difícil fue la incertidumbre de haber hecho una inversión grande sin saber si el proyecto iba a tener acogida en el país.
No fue fácil hacer los contactos inicialmente. Ninguno de nosotros participaba del circuito escénico de Valparaíso (lugar al que llegaron), porque Javiera que es de esa zona, había vivido más de una década en Europa y yo soy italiano (cuenta Camilo).
Además de eso, veníamos con un modo de producción súper europeo. Allá estrenas algo y siempre alguien te va a llamar. Levantas una piedra y encuentras un festival. Acá, debes levantar muchas piedras para encontrar alguno.
¿Y cómo llegan desde ese espectáculo de variedades a presentar Mastodonte Show?
Queríamos meter algo nuestro al bus teatro. ¿Qué nos podía caber en un escenario de 2×2? Ahí empiezan a aparecer los primeros referentes como Alexander Calder y su circo de miniaturas. Para nosotros las de él son las mejores de las representaciones del circo en las artes plásticas. El artista que mejor puede resumir en juegos lo que es el mundo del circo.
Tomamos, además de la idea de las miniaturas, las ideas de reciclar objetos, de hacerlos con corchos, alambres, trapos e hilos.
Así vamos armando este espectáculo que tiene mucho de nuestras vivencias también, pero que se basa en una pareja que narra su vida en los años dorados del circo y que mira, con nostalgia, esas escenas.
¿Cómo describen la estética detrás del bus teatro y de Mastodonte Show?
Es una estética que se remonta al ayer. Si bien es una estética propia, que nos identifica y nos gusta, también nace gracias a otras colaboraciones. A momentos pasados que permiten decir “eso me gusta” e inspirarte, construir un propio camino a partir de esas ideas.
Pero también, evidentemente, es una estética que remonta a esos años dorados del circo, donde el rojo era el color más usado, porque llamaba la atención. También, para nosotros, este color habla de creatividad, de pasión, del fuego que le hemos puesto a este proyecto.
Es como si nosotros fuéramos parte de esos carromatos. Es una palabra que hoy se ha perdido, que se escribe con una t, aunque nosotros le pusimos dos. Hay una referencia a ese vehículo y nos damos cuenta porque el público mayor que nos ve, los recuerda gracias al bus.
Desde esa primera presentación en Quilpué al Festival Familia Carromatto que a principios de septiembre presentaron en Puerto Octay, ¿qué han aprendido?
Camilo: He aprendido a confiar en la vida. También, a saber pedirle bien lo que quiero. En lo profesional, que una pequeña idea puede ser un motor de cambio.
Este proyecto nace con la idea de llegar donde no hay. Recién ahora, después de varios años, esto se está logrando, tomando un camino más sólido.
Hoy este proyecto está empezando a ser reconocido como una infraestructura cultural que aporta al arte y a la descentralización del mismo. Cada vez hay más personas que lo ven y que creen en nuestro proyecto,
Javiera: He aprendido a jugar más en y con la escena. Al principio tuve mucho miedo de enfrentar, sostener la escena sola con Camilo. Nosotros hicimos circo en una compañía (Pánico), donde había una comunidad. Después, en La capra grasa tampoco estábamos solos. La primera vez que estuvimos solos los dos fue en este bus. Al comienzo, incluso, invitamos a una amiga a que se sumara con nosotros. Sin embargo, prontamente entendimos que esto tenía que ser algo nuestro.
Ahora, a medida que hacemos nuestro show (más de 100 presentaciones), he despertado mi lado más lúdico. Hoy, la libertad que tengo de jugar con este personaje, con la escena y con el público me da una libertad que me encanta, porque soy capaz de jugar en diferentes matices.
En la dimensión más pequeña, que es la manipulación de los objetos, hace también volver a la infancia.
¿De los que participan de la escena, cuáles son sus personajes favoritos?
Javiera: ¡Los perros! es que me encanta ese momento. La participación que tienen. A nivel estético, Elefante es perfecto (son dos teteras que juntas arman este personaje).
Camilo: El Elefante porque estéticamente es perfecto. Pero también, desde lo emocional, me gusta mucho Ciclo pepe y el Funambulista (acróbata) porque es el primer momento en el que me quedo solo en escena. Es un espacio donde la energía es más calma y lo disfruto demasiado.
¿Están creando otro espectáculo?
¡Mastodonde tiene vida para rato!, aún así tenemos la necesidad de crear otros mundos e historias. Hoy no tenemos nada concreto. No hay guión, pero sí la claridad de que queremos seguir contando parte de nuestra historia porque eso le da humanidad a nuestra presentación y es el lugar donde la gente se conecta con esos sentimientos e ideas reales.
Es lo que hacía la comedia del arte, que tanto nos representa como artistas. Es una llave que nos representa y no queremos soltar. Nosotros nos identificamos con el circo por una forma de vivir, pero la comedia del arte está muy presente en nuestro arte.
¿Me regalan una palabra?
Javiera: Juego. Eso es lo que quiero y estoy haciendo en este momento de la vida.
Camilo: Viajes, porque no los quiero perder nunca. En ninguna dimensión. Ni físicos, ni espirituales, ni mentales.
Ver a los Carromatto es una verdadera experiencia. Al salir del bus, que convirtieron en un teatro con sus propias manos, es, tal como dijo uno espectador de unos 7 años ¡un circo fabuloso!
Company, sus amigos, son francamente delirantes: Elefante, Ciclo pepe, las Bailarinas, el Señor corales, la mujer bala, el Funambulista, el León y su Domador… todo lo que tiene un circo, pero en miniaturas.
Una forma maravillosa de resignificar una tradición tan propia de nuestros septiembres. Una familia que lleva arte y nos sumerge en un mundo, en otro mundo.
Finalmente, gracias a la familia Carromato pude responder ¿por qué buscaba tanto la magia? o, ¿qué es magia para mí? La Magia es ese momento donde logro entrar en el juego, en sentirme una niña asombrada otra vez. La Magia es ese momento donde emerge esa Paula que fui y le regalo un momento para ser protagonista de mi presente.
¡Qué forma más linda de vivir el circo! ¡Qué los Carromatto se multipliquen! Porque necesitamos más gente como ellos para lograr avanzar juntos en una sociedad que nos impulsa a mirarnos como opuestos.
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La Compañía Familia Carromatto & Co., Circo Teatro de miniaturas y marionetas, está integrada por Javiera Acuña Rosati y Camilo Giraud, quienes actualmente residen en Puerto Octay, región de Los Lagos. Ambos idearon, diseñaron y desarrollaron el proyecto Bus Teatro Itinerante “MASTODONTE” y los pueden conocer en @familia_carromatto
De lo micro a lo macro, un pequeño-inmenso mundo de historias de la Familia Carromatto & CO.
Un espectáculo para toda la familia. Las emociones se mezclan, llevando a los espectadores de la risa al llanto, del asombro a la euforia. Su compañía son cuidados objetos y materiales cotidianos que se transforman.
Una obra que homenajea, se inspira en “Calder’s Circus” del artista estadounidense Alexander Calder (1898-1976).
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