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CHILE

Gabriela Mistral: 100 años de Desolación

Conversación con Soledad Falabella

María José Hess

Gabriela Mistral puede ser leída y comprendida desde distintas claves de su historia, obra e imagen. Conocerla es recorrer Chile y el mundo, desde su infancia en Vicuña y el Valle del Elqui, la vida campesina, conectada con el mundo obrero y sindical. Es descubrir a la maestra, la rebelde, la resistente. La poetisa, la intelectual. 

En 1922, hace un siglo, el gobierno de México, a través de su secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, la invitó a participar en los programas y planes de enseñanza de las misiones rurales e indígenas, como parte de una reforma a la educación introducida tras la Revolución Mexicana. Ese mismo año publicó en Nueva York su primer poemario, Desolación.

Para conocer más de Gabriela Mistral en el centenario de esa publicación, Fundación Palabra preguntó a Soledad Falabella Luco por qué volver a leer estos poemas. 

Soledad es directora y socia fundadora de la ONG ESE:O, además de profesora de la Universidad de Chile en el departamento de Literatura y Género. Ha dedicado años de estudio a la imagen y obra de Gabriela Mistral. 

¿Por qué leer Desolación?

Antes de entrar en la obra, me gustaría empezar por hablar de la Mistral que publica Desolación. En primer lugar, es importante subrayar que hace 100 años las mujeres no teníamos derecho a la educación ni al voto. 

En 1906, cuando ella tenía 16 años, publica en la Voz del Elqui, diario de Vicuña, un ensayo que se llama “La Instrucción de la Mujer”. 

 

En ese ensayo reclama el estado de indignidad e ignorancia en que el sistema legal y político, que hoy llamaríamos patriarcal, tiene sumida a la mujer. De ahí sale una familia ignorante, las mujeres sin educación, dice Mistral, no son un aporte para el país, están limitadas como seres humanos. 

Tiene un doble argumento, por un lado, el maltrato, el abuso, pero también el cómo se está desaprovechando un potencial para que el país prospere. Ella vincula esas dos cosas. 

Entonces Desolación es el resultado de su rebeldía, de su resistencia a que las mujeres tenían que “estar calladitas”. En la República, en la política, las mujeres deben callar, no deben salir a la calle, no deben ser mujeres públicas, y empieza a denunciar eso como algo barbárico, incivilizado. 

Y eso no lo suelta hasta morir. 

 

Para alguien que está comenzando a acercarse a la obra de Gabriela Mistral, ¿por qué ese título, Desolación?

En Desolación, Paisajes de la Patagonia, se encuentra Árbol Muerto y Desolación

El título viene de su espanto con lo que es la devastación ecológica del sur de Chile en la que incluye el sufrimiento de los pueblos. A ella le toca ver Traiguén y Punta Arenas, donde escribe una sección de poemas patagónicos. Uno de ellos es “Desolación”, que habla de un desastre ecológico y moral. Ella vincula la barbarie de la destrucción de la naturaleza con la barbarie de la devastación del ser humano. 

“De su bosque, el que ardió, sólo dejaron de escarnio, su fantasma”, dice en Árbol Muerto. Vicente Pérez Rosales contaba que los árboles pueden arden un año. Y en este campo ella agrega la figura de las raíces como mujeres que buscan cuerpos. Esa es una figura común de guerra, después de las batallas. Está narrando un episodio súper doloroso y lo simboliza con este árbol que queda de pie. 

Y en este libro también encuentras La Encina, dedicada a la maestra, a Brígida Walker, una maestra noble que contrasta con este árbol muerto. Mistral organiza Desolación de tal manera que se vea el claroscuro de nuestro país. 

Cuéntame un poco más de su historia…

A través de su obra, podemos conocer la vida de una “mujer pública” que publica sus versos desde joven, no sólo en Chile, sino que en revistas de maestros a través de sus redes con la masonería. Ella es pobre, viene de una familia campesina y obrera, que vive del trabajo de la hermana Emelina que es profesora, y de su mamá y su abuela que bordan, son costureras. El papá, profesor, desaparece como sostenedor de familia. Ella viene de una cultura de mujeres fuertes, en el Valle del Elqui. 

El profesor y miembro de la masonería, Bernardo Ossandón, se va a vivir a Montegrande y la educa, le enseña a leer en francés, la acerca a los enciclopedistas, a los rusos, a los poetas malditos, a Baudelaire, por ejemplo. También a Kant, Schiele, Nietzsche, y Goethe. Esa educación ilustrada y bilingüe desde pequeñita, le da fuerza. Es una intelectual formada, que argumenta y gana en esa lid. Ella dice que tener a la mujer en la sombra es barbárico, tonto y cruel, con un grado de argumentación potente. 

¿Cómo mirar a Mistral hoy? 

Hoy podríamos estar en un periodo muy similar al que vivió Mistral, donde lo que llaman la “revuelta” se asemeja a la “cuestión social”.

Así, leer sus poemas podemos reconocer voces actuales. Leemos Éxtasis, y es como una canción de Mon Laferte, en otros poemas encontramos a Anita Tijoux, a Violeta Parra. Hoy podemos leer otra Mistral, una Mistral gótica, amante de Edgard Allan Poe y de Amado Nervo. Tiene una estética gótica, incluso gótica punk. A Mistral yo la miro desde ahí. 

Los sonetos de la muerte, por ejemplo, habla del amor entre una novia y un muerto. Es como ”El Cadáver de la Novia” de Tim Burton. También tiene algo de David Bowie, los cuerpos que aparecen en Mistral son cuerpos en los límites de lo masculino y lo femenino, se borra. A mí me gusta pensar en Mistral en esas claves. 

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María José Hess Paz

Periodista y Magíster en Estudios de Desarrollo. Más de 15 años
de experiencia movilizando proyectos de desarrollo sostenible, ideas y contenidos.

Para conocer más

En Vicuña se encuentra el Museo Gabriela Mistral. 

En Santiago, se encuentra el Museo de la Educación Gabriela Mistral

Y la Biblioteca Nacional tiene una exposición acerca de Gabriela Mistral, su vida en México y Desolación.

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