
Nueva publicación IFLA – IBBY Internacional
CONOCE El Mundo El mundo
Nacida en Valencia, España, Mar Benegas comenzó desde muy pequeña a escribir poesía, sin haberla leído antes. Las palabras venían con ella y prueba de eso son los más de 50 libros que ha escrito y publicado a día de hoy, tanto para niños como para adultos.
Ha obtenido numerosos reconocimientos por su trabajo poético, entre los que destaca el Premio Cervantes Chico (2022). Pero Mar no sólo escribe, también se dedica a formar a grandes y pequeños en la poesía, la animación a la lectura y la creatividad. Actualmente también es directora de las Jornadas de Animación a la Lectura, Escritura y Observación (JALEO), que dirige para la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Valencia, en colaboración con otras instituciones.
En Fundación Palabra tuvimos la dicha de entrevistarla y nos contó sobre los poemas que escribía de niña, su mirada respecto a la censura en la literatura infantil y sobre su libro Dice el sol, dice la luna, recientemente publicado por la editorial chilena Claraboya Ediciones e ilustrado por Blanco Pantoja.
¿Cómo era tu relación con la poesía en la infancia? ¿Hubo alguna persona que influyera en tu amor por las palabras?
No. En mi casa no había muchos libros, realmente. Así que creo que fue mi propia disposición. A los once años escribí un poema sobre la soledad cuando estaba en el hospital. Yo ahí no había leído jamás poesía. Así que no fue un camino ni siquiera elegido. De alguna manera fue natural en mí desde siempre. Desde que tengo uso de razón, sin saber qué era la poesía, la escribo. No sé muy bien cómo sucedió.
Y esos poemas que escribiste cuando niña, ¿todavía los tienes?
Tengo uno que me guardó mi hermana. Tiene la letra mía de pequeña y la fecha: 1986. El papel está amarillento, a punto de romperse. Cuando lo leí en voz alta, me di cuenta de que tiene rima e incluso una estructura métrica, pero está escrito a renglón corrido. Dice el inicio:
“Soledad, nada es igual a ella
Soledad, solo cuando está ella se siente…”
Las palabras siempre te han acompañado.
Siempre. Las palabras han sido mi manera de sobrevivir. Yo siempre digo que la poesía me ha salvado la vida en distintos momentos, y lo creo realmente. Hay personas que, por lo que sea, somos más sensibles. Esto es algo que muchas veces veo reflejado también en los niños y las niñas. Las personas que somos muy sensibles necesitamos una forma de gestionar nuestra relación con el mundo. Es una hipersensibilidad dolorosa incluso. La forma que tengo de gestionarlo es a través del lenguaje y sobre todo de la poesía, desde siempre.
Sin embargo, un hecho que atenta contra esa forma de expresión es la censura. En junio de este año, dictaste una conferencia muy interesante titulada “Lo que no puedo decirte. Censurar la voz y el pensamiento” en JALEO. ¿Cómo ves tú el tema de la censura en la producción de la literatura infantil actual?
La censura en el terreno de lo infantil, sea directa o no, es algo que llevamos sufriendo siempre. Pero nadie pone el grito en el cielo. No tanto, al menos, como con el terreno adulto. Es verdad que con Roald Dahl sí hubo un movimiento fuerte. Aquí en España el texto de Los cinco de Enid Blyton se modificó completamente para adecuar el lenguaje. Yo creo que si hoy en día se pudiera, los hombres grises de Momo ya no fumarían, porque es políticamente incorrecto. De hecho, hay una parte de la literatura infantil que nace con la intención de generar textos blancos, sin astillas, sin aristas. Y si no es así, lo que se hace es cambiar los textos que ya existen, los textos tradicionales. De esta forma se le otorga un poder a la literatura que ojalá tuviera, pero que en realidad no tiene. Leerle La Cenicienta hoy en día a una niña que tiene un entorno seguro y libre no va a hacer que ella sienta que su papel es ser Cenicienta, ni la va a convertir en una niña oprimida.
Con respecto al blanqueamiento en la literatura infantil, ¿te parece que si un niño o una niña tiene acceso principalmente a este tipo de lectura eso puede traer efectos?
Creo que de hecho ya estamos viendo esos efectos. Tenemos un exceso de literalidad. Tenemos una censura activa y directa, obscena incluso, de muchos entornos en los que se dice: “este libro no entra aquí”, “yo no voy a contar cuentos tradicionales en la escuela”, lo he visto mucho. Sin duda, eso implica una falta. Hay una carencia de lo simbólico y lo subjetivo, que cuando llegamos a la adolescencia se nota. Se ve que falta desarrollo del pensamiento metafórico e incluso llegar a ciertas conclusiones. Es decir, necesitamos cada vez más todo explicado de manera que no haya ningún lugar a dudas. En cuanto dejas cierta libertad para la creación, el bloqueo aparece. Es porque tenemos tantas directrices y tantas censuras, que al final es cierto que hay una carencia y un exceso de literalidad. Porque lo que estamos haciendo es que la literatura tenga cada vez menos posibilidades de poner en marcha la imaginación creadora.
En ese sentido, podemos decir que la poesía tiene la potencia de desarrollar el pensamiento simbólico. Al respecto, tú publicaste recientemente el libro de poesía Dice el sol, dice la luna, ilustrado por Blanco Pantoja. ¿Cómo surgió la idea de crear este libro?
Tenía muchas ganas de trabajar en Chile, de tener algún libro allí porque tengo muchísima gente querida. Le envié a Valeria, que es una editora con una sensibilidad maravillosa, los dos primeros poemas, porque me interesa mucho el diálogo entre los opuestos. Creo que la vida está hecha de opuestos y que hay una danza entre ellos que nos permite ser completos. Nadie es solo luz o solo oscuridad. Siempre hay muchos matices. Entonces me interesaba, por un lado, el poder simbólico de la luna y el sol, lo que representan a nivel de inconsciente colectivo. Pero además establecer esa relación entre ellos, de que siempre están los dos presentes, pero nunca llegan a encontrarse.
De hecho, en el libro se plantea una conversación poética entre el sol y la luna que transcurre en el período de un día completo…
Me pareció hermoso en el lapso de las 24 horas cómo podía darse ese diálogo entre ambos, qué cosas se dirían y al final introducir la posibilidad de que quien provoca el encuentro sea una niña que los guarda en una cajita, y que eso sea en realidad el universo. Creemos que somos muy grandes, pero realmente somos muy insignificantes, que es otra cosa que a mí me interesa. Esa sensación de que creemos ser eternos y realmente cabríamos en una cajita pequeña que llevase una niña. Luego, el trabajo de Blanco Pantoja, que es el diseñador y el ilustrador que eligió Valeria para este libro, creo que no podría ser mejor elegido. Él es experto en iconografía medieval. Era como una unión explosiva. Ha hecho un trabajo hermosísimo. Estoy encantada.
¿Cuál crees tú que es el rol de la ilustración en un libro de poesía?
Es un trabajo muy complicado, porque los poemas tienen muchísimas imágenes y creo que las ilustraciones tienen que complementar; no decir lo mismo, sino tener otro lenguaje, otras imágenes diferentes a las que te ofrece el libro. Ser capaz de no invadir el poema y jugar con los espacios, con los blancos. Creo que en un libro de poesía ilustrada la parte de la edición y de la ilustración son importantísimas para que quede equilibrado, para que el texto no se asfixie entre la imagen, para que la imagen no se anule con el texto.
¿Podrías regalarnos una palabra y decirnos por qué es importante para ti?
Tengo muchas palabras preferidas. Metáfora (el libro La Caja de las Palabras habla de ellas, de todas, y de metáfora en particular), por lo que representa, es de mis preferidas. La metáfora es la poesía. Pero mi palabra preferida de todas es oropéndola, por cómo suena y por lo bellos que son los pájaros. Además, en mi huerta tengo una higuera, las oropéndolas comen, sobre todo, higos, les encantan, como a mí. Las veo en septiembre, yo les dejo mi higuera, la compartimos, y ellas, con su belleza y su bello nombre, me inspiran muchos versos. Oropéndola, sin duda.
Mar Benegas estará en la BILIJ el día 14 de noviembre, a las 17:30 horas, en una actividad conjunta
con Claraboya Ediciones. Te invitamos a conversar con Mar sobre la poesía en la infancia.
COMPARTE ESTE RELATO
Paula Loyola es Profesora General Básica y Licenciada en Educación (UDP). Diplomada en Edición LIJ (UDP), máster en Escritura Creativa (UCM, España) y máster en Dirección de Proyectos Culturales (Fundación Contemporánea, España). También es autora de la novela juvenil Hoja de Otoño (Ediciones B). Actualmente, trabaja para el CPEIP y el MINEDUC; realiza talleres literarios para jóvenes y adultos; y es colaboradora de Fundación Palabra.
Agradecemos a Claraboya Ediciones, Puerto de Ideas y ACE
COMPARTE ESTE RELATO
CONOCE El Mundo El mundo
CONOCE El Mundo Experiencias internacionales
BILIJ Biblioteca Interactiva Latinoamericana Infantil
Ismael Valdés Vergara 368, dpto. 11
Parque Forestal
Santiago de Chile
Código Postal 8320089
SERVICIOS
CONTACTO