
Cecilia Pisos. Poesía para la infancia
EL MUNDO EXPLORA A Latinoamérica
El creciente interés por la literatura infantil y juvenil, así como la necesidad de avanzar en el desarrollo del dominio de la lectura y escritura de niños, niñas y jóvenes, ha impulsado la creación de redes de trabajo y colaboración. Es así como nació el Comité Latinoamericano para el Desarrollo de la Lectura y la Escritura compuesto por docentes e investigadores, gestores culturales y bibliotecarios. Todos ellos forman parte de la International Literacy Association (ILA), organismo internacional que desde hace más de 60 años trabaja apoyando proyectos en el ámbito de la alfabetización.
El Comité Latinoamericano para el Desarrollo de la Lectura y la Escritura publica dos veces al año la revista digital Leer, Escribir y Descubrir (LED), con colaboración de la ILA y Florida International University (FIU). En sus páginas podemos encontrar artículos sobre lectura y escritura, considerando sus alcances en el mundo educativo.
El número 8, junio de 2021, incluye las voces de distintos países Latinoamericanos: Brasil, Chile, Cuba, México y Nicaragua. Es un honor haber contado con un espacio en estas páginas digitales. Comparto con ustedes algunas de las reflexiones que propongo en torno a la figura de los mediadores de lectura. El artículo completo pueden leerlo aquí.
Mediadores, promotores que gestionan experiencias de lectura
El papel del mediador en la formación de nuevos lectores está centrado en un lector polifónico, bialfabetizado, que oscila entre lo impreso y digital. La mediación es un trabajo sutil, basado en el respeto a la particularidad de cada uno. Los gustos de un lector no representan su identidad, simplemente son momentos en su constante desarrollo. La lectura es una trayectoria vital, que se construye a diario.
Un buen lector forma a otros lectores. ¿Cómo ayudar a que estos nuevos lectores se abran paso en la cultura impresa y digital, donde la recepción y producción de contenidos es casi simultánea? Los mediadores de lectura tenemos aquí una gran tarea.
El «mediar la lectura» hoy adquiere una dimensión nueva y más extensa, que incluye diversas acciones, donde las personas vivan “una experiencia”. El papel del mediador se abre al de un agente cultural, cuya función es establecer y posibilitar relaciones sociales por medio de diversos instrumentos, lenguajes artísticos, culturales y científicos.
12 puntos que permiten convertirse en mediador y promotor cultural para la formación de nuevos lectores.
1. Ser un referente lector y conocedor de la tradición literaria en el campo de la LIJ.
Que nuestro interés por la lectura se combine con la disciplina en la búsqueda de nuevos conocimientos.
2. Tener un amor profundo por los niños, niñas y jóvenes, para desarrollar sus habilidades sociales e inteligencia emocional.
Sumar una cuota de pasión refuerza el aporte diario que puede acercar a una persona al mundo de la lectura, siempre actuando con mucho tacto. El propiciar encuentros entre lectores y contenidos culturales es un acto que requiere saber cuándo desaparecer como mediador; siempre con la disposición a entrar de nuevo en escena si el lector así lo requiere, pidiendo ayuda o compañía.
3. Conocer el territorio de lectores (y no lectores).
Delinear un mapa de lectores y no lectores, de acuerdo a sus apetencias, con perspectiva etnográfica y explorando la cultura popular de la comunidad. A partir de la información recabada se pueden generar planes y estrategias que apunten a mejorar los índices de lectura.
4. Tener presente la diversidad de temas y la interdisciplinariedad.
Apelar a las múltiples interpretaciones y conversaciones que ayuden a entender el mundo. Sintonizar con la actualidad y particularidades de cada lector.
5. Mantener una apertura hacia la tecnología y desarrollo de habilidades propias de la cultura digital.
Un mediador cultural necesita conocer las tendencias LIJ en plataformas y escenarios digitales, propiciando el uso de información multimedial, como apoyo a su tarea de fomentar la lectura. Ellas no solo son un elemento que complementa los libros, sino que permite estar al día en las distintas formas de lectura.
6. Preguntarse.
Desarrollar la investigación como una herramienta nos permite formarnos como mediadores culturales, en una dimensión crítica y exploratoria. La investigación implica salir de la certeza, aventurarse entre dudas, hacerse preguntas y encontrar formas de responder. Así, el mediador explora distintos tipos de textos, investiga y fomenta el interés de quienes lo rodean; promueve la alfabetización informacional, esencial en una época en que resurge la necesidad de distinguir información falsa de verdadera.
7. Explorar la lectura en voz alta.
Esta herramienta nos ofrece una atmósfera íntima y un canal de conexión con otros. Mediante la lectura en voz alta, despertamos nuestra imaginación y sentidos, transmitiendo el ritmo y musicalidad del lenguaje. Quienes oyen se emocionan, se dejan llevar por palabras que envuelven y acompañan. Esa voz abre mundos, cuenta mundos.
8. Propiciar diálogos y creaciones.
La conversación acerca de lecturas cumple un papel importante como actividad social. En espacios de confianza, el diálogo permite construir en conjunto interpretaciones de los textos leídos. El mediador abre caminos mediante preguntas, ofrece espacios donde las personas pueden relacionar los textos con sus experiencias. El buen conversador fomenta el diálogo: a partir de una lectura, este mediador puede lograr que los destinatarios comuniquen sus opiniones y visión de mundo.
Hablar y escribir sobre libros en colaboración, como factoría-laboratorio, semillero de ideas e intercambios de razonamientos y reflexiones.
9. Considerar las bibliotecas públicas y escolares como espacios mediadores.
El espacio intercede en el encuentro entre lectores y la cultura; no pueden pensarse como algo inmóvil en su perfección. Hay que darles una intención, infundirles vida y vestirlos de gala para ocasiones especiales: que sorprendan, fomenten el interés, imaginación e ingenio. Que al llegar al espacio lector el «visitante» se sienta en una atmósfera diferente y única. Que viva un microclima cultural que contribuya al fomento lector y un proceso de sociabilización de la lectura de manera natural.
10. Invitar a otros espacios culturales y naturales.
Caminar, pasear, explorar y contemplar la naturaleza permite que puedan surgir nuevas preguntas. Admirar la naturaleza y «leerla» es otro sendero que acerca a la lectura.
11. Mantener una actitud flexible y de trabajo colaborativo.
Es vital que existan espacios de deliberación, discusión y toma de decisiones en conjunto con la comunidad. Un mediador es puente hacia el mundo exterior, propiciando la unión entre vida y lectura, fortalecer redes con distintos actores de la comunidad.
12. Ser empático y creativo.
Entregar lecturas variadas, llegando a un justo equilibro entre los descubrimientos de los lectores y lo que proponemos, siendo capaces de responder a sus dudas e inquietudes. Ser una presencia que dirige y encauza su navegar, teniendo presente la diversidad de temas y la interdisciplinariedad.
* Artículo completo «Las bibliotecas que ‘pueblan’ la vida de los mediadores de lectura».
El trabajo del mediador consiste en potenciar el
espíritu crítico de los adolescentes y abrirles diversos caminos desde sus gustos de lector.
Hacerles ver que la lectura favorece el desarrollo de las relaciones interpersonales y el autoconocimiento desde un diálogo libre y respetuoso.
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Constanza Mekis M., Bibliotecaria y Magíster en Lectura, Libros y Literatura Infantil y Juvenil, es Presidenta Fundación Palabra y Directora IBBY para América Latina y el Caribe 2020-2022.
Revista Electrónica Leer, Escribir y Descubrir.
Junio 2021. Vol. 1, No. 8
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