
Gerocultura: adultos mayores sobre las tablas
EL MUNDO MIRA A CHILE
Conocido es el chilenismo ¡otra cosa es con guitarra! utilizado para referirse a lo difícil que pueden ser ciertas cosas cuando se ponen en práctica. Justamente en Fundación Palabra nos hemos visto enfrentadas a un desafío similar en la implementación del proyecto NIDO BILIJ: Música, lectura y juego para la Primera Infancia. Las nociones sobre la importancia de estos tres ejes en el desarrollo integral de la infancia son claras, y lograr articularlas cohesivamente ha sido un proceso de muchas preguntas. Ahora, con el proyecto andando y por ende con guitarra en mano, podemos compartir nuevos descubrimientos y reflexiones que nos permiten seguir tejiendo armónicamente estas tres hebras esenciales para la expresión humana.
La importancia que se le da a la música en la vida humana no es una cuestión reciente, pues se entiende que involucra una experiencia sensorial-estética que lleva consigo conocimiento cultural y compromiso social, en tanto resulta ser un producto artístico de una época determinada. La música es un código más que facilita la comunicación y la expresión, y en la infancia se intenciona conscientemente para aprovechar su riqueza. De hecho, junto con otros medios de expresión como la pintura o el teatro, la música es parte de uno de los derechos fundamentales de niños, niñas y adolescentes para sostener una vida segura y sana (UNICEF).
Surge, entonces, la necesidad de contar con experiencias culturales innovadoras que tributen a ese desarrollo integral, pues la creatividad en la exploración musical se manifiesta de distintas maneras. Esto bien lo sabe Felipe Lorenzini, diseñador y co-fundador de Trueke Guitarras, un proyecto que busca fomentar la curiosidad en la música mediante un tipo de guitarra que requiere del esfuerzo del usuario para ser implementada.
Hace algunos años atrás, Felipe hizo un viaje a la carretera Austral y decidió hacerse una guitarra para el trayecto. Sin embargo, llegada la fecha, la guitarra estaba incompleta, sin su caja de resonancia y por lo tanto incapaz de ser completamente funcional. Así fue el inicio de Trueke, un proyecto que en el 2019 comenzó a tomar más forma y cuya naturaleza innovadora le valió un FONDART Nacional de Diseño años después, el que le permitió expandir y digitalizar su fabricación. El concepto detrás de Trueke consiste en entregar una estructura sin la caja de resonancia convencional en guitarras, reemplazándola por su sistema de acople (ver imagen más abajo). Sin esa caja de resonancia, el usuario debe hacer uso de distintos elementos para complementar el instrumento, los que pueden ser latas, cajas de madera, bowls plásticos y hasta paneras. Hoy su equipo se compone por José Manuel Bulnes (Gestor Cultural), Daniel Galan (Ingeniero Comercial) y Lorenzini.
De este modo, Trueke es esencialmente juego. Es un proyecto que sin la voluntad y creatividad del usuario, simplemente no funcionaría, al igual que un libro álbum no alcanza su máximo potencial sin un lector dispuesto a jugar. En esta conversación, Lorenzini nos cuenta más sobre el proyecto, las visitas a escuelas rurales que han realizado, y reflexiona sobre la curiosidad inherente en los procesos creativos.
El diseño está al centro de este proyecto y bajo una mirada innovadora. Muchas veces se piensa el diseño de una manera muy tradicional y aquí vemos cómo puede involucrarse con el área más social. ¿Es esa una visión central del proyecto? ¿Qué otros principios te parecen relevantes?
Totalmente de acuerdo con lo del diseño, es mucho más profundo de lo que se tiende a ver. Junto al equipo somos súper niños, súper curiosos y teníamos esta necesidad de lo nuevo y de crear algo distinto. Sobre todo que las personas tengan una herramienta también para hacer eso mismo. Básicamente, Trueke es una herramienta para que las otras personas tengan la opción de co-diseñar su instrumento y experimentar. Es muy de curiosidad, de niño, de juego, muy de ‘‘¿qué pasará sí?’’. Nosotros también jugamos todos los días y estamos aprendiendo del mismo proyecto.
Las personas son co-creadoras de la experiencia…
Sí, eso nos interesa mucho, poner valor en el orgullo de las personas. El orgullo entendido como cuando el instrumento pasa a ser de la persona que lo hizo. Queremos entregarle el orgullo al usuario y que sea lo mejor porque tú lo adaptas a ti mismo. Hacer una guitarra es muy complejo, se entiende que uno no vaya haciendo la suya, pero nosotros dejamos la habilitación para que el usuario haga del instrumento su propia herramienta y así proyectar sus posibilidades creativas.
La sustentabilidad también aparece como un concepto clave al reutilizar objetos para que actúen como la caja de resonancia. ¿Es esa también una mirada que les interesó incorporar?
El origen de las guitarras proviene mucho de la creatividad, pero ese mismo concepto trajo otros por añadidura y que son súper importantes. Primero, siempre nos mencionan la portabilidad porque la guitarra se puede mover para todos lados. Luego, aprovechar objetos que ya existen, darles un nuevo significado y valorar el contexto objetual de cada persona. Y claro, sobre todo ahora que trabajamos en escuela, la palabra sustentabilidad aparece mucho y se nota el cambio generacional, lo tienen mucho más inculcado.
Este proyecto me pareció muy refrescante porque se podría pensar que en la música ya todo está hecho y dicho. En esa misma línea, ¿qué descubrimientos han tenido?
Queremos rescatar que no hay objetos necesariamente buenos o malos. De hecho, los mejores sonidos han sido en general los más raros y han sido fallas, por decirlo así. Por ejemplo, uno toca un pedazo de lata que en general están más sueltas y por su geometría hay ciertas frecuencias que las disparan. Pero hemos tocado con músicos que son muy experimentales y en vez de tomarlo como un error, lo empiezan a usar como un motivo musical. Nosotros apuntamos a esa persona que está más abierta a cosas distintas.
A veces también sucede que las artes en general son vistas cada una de manera aislada y no integrada. En la literatura infantil y juvenil se percibe bastante cuando comparas, por ejemplo, la experiencia de adultos con la de niños y niñas. Los adultos a veces tendemos a ser más rígidos porque somos el producto de una formación similar. Entonces, Trueke te saca de esa zona de confort.
Creo que falta mucho de eso y hay que abrir las posibilidades. Es muy interesante ver cómo el proyecto tiende a eso y logra desjerarquizar; estaba el experto en guitarra y le pasaste esta guitarra y tuvo que vérselas con un mundo de objetos acústicamente no preparados, y estaba en la misma desventaja o ventaja que un niño de 10 años que acaba de recibirla y que no tiene idea de acústica. Yo creo, al igual que tú, que el tema sinestésico es muy fuerte y que muchas veces no se desarrolla a la capacidad que tiene. De la misma forma en que muchos de los libros de infancia tienen objetos que uno toca, suenan, se levantan, o texturas, te llevan a otro mundo, mezclan el tacto con la idea. Con la guitarra es lo mismo, básicamente un objeto tiene voz, un cuerpo suena, y la sinestesia entre esos distintos sentidos suma mucho. La música y la literatura del lado de la creatividad tienen mucho que mezclarse.
Las guitarras de Trueke sin duda no se han quedado encerradas en el taller, sino que han salido a recorrer localidades del sur de Chile. El equipo ha realizado visitas a distintas escuelas rurales en donde niñas y niños pudieron experimentar y opinar sobre el proyecto, como una alumna de la Escuela Básica de Cumcumllaque, quien indica: ‘‘descubrí que las guitarras no solamente pueden ser de un género, sino que más, como la guitarra que se puede hacer de una bandeja, de una olla y se puede reutilizar’’. Más testimonios y un resumen de las visitas se pueden revisar aquí. Lorenzini también relata, desde su experiencia, lo que les significó a ellos el contacto con niñas, niños y docentes.
¿Cómo surgen las visitas a las escuelas?
Parte con el FONDART porque ahí se armó todo el proyecto y postulamos con estas idas a las escuelas. También colaboramos con la Fundación Papageno que nos llevó a dos escuelas en Melipeuco. Esa es una fundación muy interesante que trabaja en la Araucanía y los Ríos llevando profesores de música a distintas escuelas rurales. Parten en la mañana en camionetas a distintas direcciones, lugares que fácilmente pueden estar a dos horas de camino y llevan a las escuelas instrumentos, sin importar si es de 6 alumnos. De hecho, nosotros fuimos a unas escuelas unidocentes y fue súper interesante. Trabajamos con niños y niñas de distintas edades en cada escuela y hubo un acercamiento súper fácil con este proyecto porque, como decía, es sobre ser curiosos y ser niños. Ellos agarran lo que sea y muchas veces ni tocaban guitarra sino que se dedicaban a pegarle por abajo, si eran niños y niñas de edades más chicas. Todo eso es válido y creo que eso es súper interesante para el crecimiento.
¿En qué consistían esas visitas? ¿Cómo se estructuraban las sesiones?
Siempre estuvimos acompañados por los profesores y profesoras y llevamos hartas guitarras que quedaron en las escuelas – 18 en el liceo y 12 en la fundación – y entregamos una mirada más conceptual muy simple. Hablábamos de que los objetos tienen sus propias voces y que resuenan de acuerdo a su geometría y materialidad. Entonces, la propuesta era ‘‘saquémosle la voz a los objetos y probemos’’, y luego venía una parte más técnica de enseñar a usar la guitarra. Entregábamos la guitarra y llevábamos muchos objetos para probar, pero también salían objetos del lugar, de la misma sala de clases. Si uno hace eso mismo con personas más mayores, por ejemplo ahora que fuimos al Museo del Sonido, se despierta una curiosidad muy similar. Despierta ese ser niño que es básicamente abrir preguntas y la verdad es que suscitaron muchas, varias a las cuales nosotros tampoco teníamos cómo contestar. Pero eso hace muy valioso al proyecto, aprendemos en todo momento y habla también de su magnitud, que no tiene todo listo y cerrado. En las visitas a escuelas, tanto ellos eran niños como yo.
¿Tienes alguna retroalimentación de los niños o niñas que recibieron las visitas?
Habían cosas bien interesantes. Una niña hablaba que las guitarras podían tener distinto género, se nota que eso se está inculcando. A muchos se les abrieron las posibilidades y ya estaban pensando en objetos de su casa. También creo que yo quedé más impresionado de ellos, que ellos de nosotros. Quiero rescatar la labor de esos profesores que enseñan en sectores más invisibilizados. En este contexto de escuelas rurales, muchas veces se piensa que la educación es peor o más limitada y en verdad no hay que verlas con marginalidad. Yo los veía afuera en un patio enorme para investigar, con los instrumentos, con los árboles, las cabras y los pollitos al lado. Uno mira eso y dice, probablemente están aprendiendo más que uno. No sé si se puede asociar tan directamente al proyecto o si me puedo adjudicar algo de eso, pero como es tan abierto y de investigación libre, creo que es una enseñanza muy válida que puede ser provechosa y que el proyecto lo fomenta.
De hecho, lo que más me llamó la atención de estas visitas fue precisamente que habían sido en escuelas rurales. Allí se generan conocimientos que a veces el currículum no valora tanto, pero son conocimientos valiosos y únicos, distintos a los que se puedan generar en las salas de clases en Santiago. Por supuesto ambas experiencias son válidas.
Claro, no es que una educación sea mejor que la otra o que niñas y niños de un lado salgan más preparados que otros, pero en las escuelas rurales vale la pena detenerse un poco y pensar cómo lo están haciendo, ver qué cosas de ahí podrían ser útiles y podríamos aprovechar nosotros.
Finalmente, ¿qué palabra nos regalarías?
Resonar, en cuanto dos objetos se sincronizan en vibración al tocarse y empiezan a trabajar en conjunto, aumentando su capacidad. Es bonito este concepto físico si lo trasladamos al plano humano.
TRUEKE es un producto 100% inédito, patentado y diseñado en Chile. Sus modelos pueden ser encontrados y adquiridos en: https://trueketrueke.com/productos/
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