EL MUNDO MIRA

CHILE

Renuncias y aquelarres

Comentario de libros

Daniela Angelini A.

En Bajtin, la palabra, el diálogo y la novela Julia Kristeva, teórica de la literatura y el feminismo, señala que los textos se construyen como mosaicos de citas: todos ellos son la absorción y transformación de otros textos. Kristeva se refiere de esta manera a la intertextualidad, siendo la primera en usar este concepto.

Los cuentos de hadas son una de las narrativas más explotadas como recurso intertextual tanto en la literatura, cine, televisión y música. Por ejemplo, en cine podemos mencionar la película Pretty Woman (1990), A Cinderella story (2005) y la recién estrenada Cinderella, con Camila Cabello. En música podemos mencionar al grupo 2PM y su canción My house, cuyo video musical está inspirado en los cuentos de hadas.

En el mundo literario, me gustaría destacar los cuentos de Gianni Rodari o Jon Scieszka; las caperucitas de Bruno Munari, así como El fin del mundo y un despiadado País de las maravillas de Haruki Murakami. Angela Carter y su libro La cámara sangrienta o La joven durmiente y el huso de Neil Gaiman son fantásticas reescrituras de cuentos de hadas.

Dentro de este boom de la reescritura de los cuentos de hadas, desde una reapropiación feminista del género, aparece el nuevo libro de la escritora Camila Valenzuela: De bosque y cenizas, editorial Libros del Pez Espiral. Esta versión de La Cenicienta es el tercer libro de su proyecto de reescritura de clásicos, entre los que se encuentran Nieve negra del 2014 y Las durmientes del 2018.

De bosque y cenizas está dividido en 6 partes (Chile 1939, Equinoccio de otoño, Solsticio de invierno, Equinoccio de primavera, Solsticio de verano y 31 de diciembre), con 5 pequeñas ilustraciones en su interior. Destaca la cuidada edición de El Pez Espiral que incluye una media luna como marca páginas y una serie de postales con los bordados de @elbastidor.chile que ilustran el libro.

Aprovechando el potencial contestatario del cuento de hadas, la autora cuestiona el orden patriarcal y explora en la identidad femenina. A través de una prosa muy poética y un lenguaje bello propicia una reflexión crítica acerca de la realidad de muchas mujeres. Los arquetipos nos siguen hablando, pero ahora de otros temas, porque los cuentos de hadas son espejos que reflejan la época en la que son re-contados.

La protagonista ha perdido a su padre en el terremoto de Chillán de 1939. Desde los escombros rescata un cuaderno en blanco y es en la forma de un diario de vida que nos va contando cómo sus recuerdos y su amor se desmoronan, al igual que el adobe que cayó sobre el padre. Todo queda enterrado en Chillán: lecturas, bordados, su bosque, los nombres de sus plantas, las murtillas. Por esto, debe viajar a Talagante para vivir con un tío alcohólico, abusador y agresivo. En el castillo de piedra y madera, de tres pisos, dormirá en el ático. Un lugar inhóspito, desordenado, cubierto de un polvo como ceniza.

Desde ahí descubre a sus vecinas y siente curiosidad. Quiere acercarse a ellas, conversar y habitar su mundo. Don Ulmo, un empleado de su tío, le advierte que son brujas y que le meten ideas en la cabeza a jovencitas como ella. Hablan con animales, se rodean de gatos y preparan pociones. Sin embargo, a pesar de las advertencias, estas mujeres habitan su mente:

“Pienso, imagino, sueño con verlas reír de cerca, quizá escuchar sus conversaciones,      aprender palabras nuevas invocarlas todas cada una de ellas al fuego, bajo la luna juntas”.

Mujeres de las que se desconfía, de quienes se habla. Destino de aquellas que llevan una doble vida. Pero en este caso aparecen como las salvadoras de la niña, frente a la realidad de violencia y abuso que vive dentro de la casa del tío.

                      “Ellas son el grito”.

Al observar los rituales de las vecinas, la protagonista se siente hermanada con aquellas mujeres, en esa necesidad de comunidad y de conciencia de género.

El diario de vida se intercala con las historias de estas mujeres brujas, escritas como cuentos infantiles en que renuncian a sus nombres y dan cuenta de ello:

“No nos llamen por el nombre con el que nos mataron. Yo soy la Bruja Negra, dijo la mayor. Yo soy la Bruja Blanca, dijo la menor”.

En las historias siempre es una figura femenina quien acude en su ayuda. Al parecer es en el reino de las hadas donde pueden vivir felices para siempre.

En este cuento no hay un zapato de cristal ni un príncipe azul que va al rescate. La protagonista pierde una alpargata, interrumpiendo uno de los aquelarres de las brujas vecinas. Ella ya no puede volver al bosque. Ahora las brujas quieren saber quién es la que conoce su secreto. Se repite la historia, la mujer es castigada, pero esta vez no es un príncipe quien acude a su rescate.

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Daniela Angelini A., Licenciada en Lengua y Literatura Inglesa y Máster en Literatura Infantil y Juvenil, es colaboradora de Fundación Palabra.

Camila Valenzuela. Fotografía Planeta de libros

Puedes conocer más de la autora de De bosque y cenizas en su página web y redes sociales.

El libro Nieve Negra está disponible en la Biblioteca Pública Digital.

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