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Ruta de la palabra

Valparaíso: el asombro y encuentro con bellezas y espacios únicos

33°2'9.6'' S

Manuel Peña Muñoz

El escritor y profesor de literatura infantil y juvenil, Manuel Peña Muñoz, es especialista en recorridos históricos por Valparaíso literario y patrimonial. Su novela El niño del pasaje está ambientada en el cerro Alegre y sus crónicas retratan la ciudad. Para esta Ruta de la Palabra nos invita a recorrer Valparaíso y sus lugares llenos de historia y palabras.

¿Por dónde comenzar esta ruta de la palabra?

1.Lo mejor será adentrarse en el barrio El Almendral, lugar donde vivió María Graham, autora del Diario de mi residencia en Chile (1824) y donde se ambienta la novela En el viejo Almendral de Joaquín Edwards Bello (1943).

Fotografía de Plataforma Urbana

Hay un ascensor que se diferencia de los otros del puerto: el Polanco, declarado monumento nacional en 1976. Este es el ascensor atípico de la ciudad, ya que los otros son en realidad funiculares, aunque la palabra ascensor es genérica en Valparaíso. Al ascensor Polanco se llega por un túnel de 140 metros de largo, abierto en la roca viva a principios del siglo XX. Al entrar, se siente caer el agua por las frías paredes y al fondo está la puerta del ascensor que nos conducirá a un amplio mirador sobre el barrio El Almendral. Este lugar es intrínsecamente porteño y conserva intacta el alma de Valparaíso.

Valparaíso sorprende con detalles insospechados.

2. Después de disfrutar la visión de la ciudad desde este singular torreón, la invitación es a bajar a pie por los terraplenes del cerro para ver los pasajes y las casas de lata, mezcladas con otras de estilo Art Nouveau muy bien conservadas.

Sin embargo, para tener una imagen muy cercana del Valparaíso del pasado, es necesario visitar el Almacén El Olivar, uno de los más antiguos de la ciudad. Fue fundado en 1889 y es un ejemplo de tienda porteña en buen estado de conservación, con estanterías de caoba y balaustradas. Un imperdible que refleja el espíritu cosmopolita de Valparaíso, ya que el emporio fue fundado por inmigrantes italianos. Hoy todavía abre al público con una curiosa mezcla en la mercadería, que expende cristalería fina, loza importada, adornos y artículos comestibles.

3. Si queremos una pausa entre libros, encontramos a la Biblioteca Pública Santiago Severín. Esta fue la primer primera biblioteca pública de Chile, creada en 1873, originalmente en el Palacio de los Tribunales de Justicia. El edificio actual, frente a la Plaza Simón Bolívar, fue creado gracias a la donación del empresario y filántropo Santiago Severín, de quién recibe su nombre. 

Fotografía Servicio Nacional de Patrimonio Cultural

El diseño del edificio en estilo neoclásico y neo renacentista fue encargado a los arquitectos Arnaldo Barison y Renato Schiavon, quienes habían llegado a Valparaíso tras el terremoto de 1906. En 1998 el inmueble fue declarado Monumento Nacional. Después de un año y medio sin poder abrir sus puertas por el contexto sanitario, desde el 4 de agosto volvió a recibir público para el préstamo de libros. En su página web puedes conocer más de su funcionamiento y protocolo.

4. Estamos a pasos de la Plaza Victoria y desde ahí podemos subir por el ascensor Espíritu Santo para conocer el Museo a Cielo Abierto de Valparaíso. Este nace de la experiencia realizada entre los años 1969 y 1973 por el taller de murales del profesor Francisco Méndez, del Instituto de Arte de la Universidad Católica de Valparaíso. Se trata de un conjunto de murales de encendidos colores situados en fachadas, paredes y muros de contención. Las obras son de connotados artistas nacionales, entre ellos Gracia Barros, Matilde Pérez, Mario Toral, Rodolfo Opazo, Roberto Matta, Nemesio Antúnez, Roser Bru y Ricardo Irarrázabal, entre otros. Estos murales se encuentran repartidos por el sector. Incluso hay un tramo que tiene piedras en el suelo según el diseño de María Martner, conocida muralista que habitaba el primer piso de la casa de Pablo Neruda.

Los vecinos se han contagiado con el espíritu del Museo a Cielo Abierto y ellos mismos han continuado pintando sus casas con motivos curiosos que surgen de la imaginación popular. Por eso, no es de extrañarse que en ciertos tramos encontremos casas y colegios con sus murallas pintadas con aire ingenuo y colorido.

El arte nos acerca a la palabra.

La avenida Alemania recorre los cerros porteños a media altura, dándonos hermosas vistas a la bahía. En las quebradas, entre aromos y paltos escalonados, se asoman las galerías vidriadas de casonas de madera. Vemos la intimidad de las familias: la ropa colgando en las lienzas, típica escena porteña.

Fotografía Casa Museo La Sebastiana, Fundación Neruda

5. El poeta Pablo Neruda (1904-1973) fue un testigo privilegiado de esta vida. En la Casa Museo La Sebastiana conocemos donde venía a celebrar las fiestas y a reunirse con sus amigos. Neruda remodeló la parte de arriba de la casa, que siempre estuvo inconclusa, y la inauguró con sus amigos el 18 de septiembre de 1961 para unas Fiestas Patrias. Le dio gran importancia a un bar pintado con colores encendidos. En el salón principal tenía sus sillones para descansar y leer. Uno de ellos se llamaba La Nave porque viajaba sentado en él, mirando el océano Pacífico desde su ventana.

Todo tiene el toque nerudiano y su afán coleccionista, una colección de cuadros con motivos de frutas e instrumentos de medición náutica, libros y un retrato de Walth Withman. El baño tiene baldosas blancas y verdes. Era lo único que había en cuanto a decoración de baños en esa época, pero el poeta, que tenía intuición estética, ordenó que pusieran las baldosas alternadas y en forma romboidal. El efecto es fantástico y no visto antes.

Siguiendo por la avenida Alemania se llega al mirador Camogli, dedicado a los inmigrantes italianos de Valparaíso y a la plazoleta Bismarck con una balaustrada al anfiteatro porteño de los cerros y la bahía. Desde la altura se divisan las casonas de los cerros Concepción, Cárcel y Panteón. La vista es imponente: a la antigua cárcel, los cementerios y las diferentes iglesias del cerro de la Concepción.

Nuestros pasos se adentran en el Cerro Alegre.

6. Antes de llegar al cerro Concepción, disfrutamos del cerro Alegre. Desde la plazoleta San Luis caminamos por sus calles empedradas, fijándonos en sus casas del siglo XIX, por Montealegre, Almirante Montt, Avenida Alemania y Guillermo Munnich.

Casas de cerro Alegre. Fotografía de Manuel Peña Muñoz

Sin embargo, la calle Lautaro Rosas es la más hermosa del cerro Alegre. Cada casona ubicada en esta calle es un mundo que debe apreciarse en todo su valor arquitectónico. Además, nos dan una idea del estilo de vida de las familias inmigrantes que llegaron al puerto: británicas, yugoeslavas y alemanas.

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La calle Templeman también es una de las principales; refleja un modo de vidas desaparecido y que el poeta Rubén Darío describió en Azul… publicado en Valparaíso en 1888. A ambos lados se ven hermosas casas con fachada de calamina de zinc y ventanas de guillotina, todas pintadas de curiosos colores o con el metal oxidado por las lluvias porteñas, descritas por el poeta en el capítulo Álbum porteño. Conviene apreciar los detalles de las puertas de calle y sus aldabas, todas diferentes. Vale la pena entrar en cada uno de estos pasajes para arrancarles sus secretos. Las mamparas silenciosas son únicas. Tienen baldosas relucientes y las puertas interiores presentan detalles decorativos, tales como vidrios biselados o empavonados con figuras de cisnes y garzas.

En la calle San Enrique 446, conocemos la que fue el hogar del pintor inglés del siglo XIX Thomas Somerscales y su familia. En 1874 construyó su casa en el corazón del Cerro Alegre, hoy enclavada en una zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y cuya arquitectura, temática y entorno pretenden conservar este concepto.

Enfrente de la casa del pintor Sommerscales se encuentra el Centro Chileno Nórdico de Literatura Infantil / ONG Libroalegre. Es una organización independiente sin ánimo de lucro creada en 2001 en Valparaíso. La Biblioteca Libroalegre, fundada por la danesa Anne Hansen, atiende a familias, jardines infantiles y colegios públicos y privados. Tiene dos salas de lectura que actualmente están abiertas al público, reservando una hora previamente.

Biblioteca Libro Alegre

Cerro Concepción.

7. Todas las pequeñas calles del cerro de la Concepción ostentan la huella de las familias inglesas que llegaron a fines del siglo XIX buscando mejores posibilidades de vida y se instalaron en estas colinas con vista al mar. Hoy quedan sus casas en este dédalo de calles estrechas con nombres mágicos y sonoros: Pilcomayo, Abtao, Atkinson y Pierre Loti, pequeño pasaje de casas de dos pisos, con antejardines y postigos pintados de colores claros.

Las casas, todas de dos pisos y de fachada corrida, tienen todas ventanas de guillotina a la usanza inglesa, fachadas forradas en planchas de zinc pintadas de colores alegres y suaves, pequeños antejardines y ventanas con postigos. Es el escenario de la novela El niño del pasaje (Manuel Peña Muñoz, 2018, RIL Editores).

La presencia de un gato tomando sol en el pasaje y sus jardines constituye una imagen representativa de Valparaíso que no ha cambiado en muchos años, y nos invita a asombrarnos con su belleza y espacios únicos.

 

Foto índice: de @withlovefromchile en Unsplash

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Manuel Peña Muñoz, escritor, investigador literario y Profesor de Castellano, especializado en Literatura Infantil y Juvenil en España, es integrante del Directorio de Fundación Palabra.

El niño del pasaje, Manuel Peña Muñoz. Ril Editores.

En Chile. Álbum porteño. Paisaje (III). Rubén Darío

La presencia de un gato tomando sol en el pasaje y sus jardines constituye una imagen representativa de Valparaíso que no ha cambiado en muchos años.

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